miércoles, 28 de agosto de 2013

El sombrero de Vida, 3

El sombrero de Vida

Novela de Augusto Cesar

A Vidalia Gutiérrez, la dama de los sombreros


“La realidad es un revoltijo, no alcanzamos a medirla o descifrarla porque todo ocurre al mismo tiempo. Mientras usted y yo, hablamos aquí, a su espalda  Cristóbal Colón está inventando América y esos mismos indios que lo reciben en el vidrio de la ventana, están todavía desnudos en la selva a pocas horas de esta oficina y seguirán estando allí dentro de cien años. Yo trato de abrirme camino en ese laberinto,. De poner un poco de orden en tanto caos, de hacer la existencia más tolerable. Cuando escribo cuento la vida como a mí me gustaría que fuera”,  Isabel Allende en Eva Luna.


A don Enrique Godoy, el gran novelista después de Asturias. A Ligia Villagrán, psicoastróloga de mi alma.


“... mientras pudiéramos permanecer callados era como si nada hubiese sucedido, lo que no se nombra casi no existe, el silencio lo va borrando hasta hacerlo desaparecer...”,  Isabel Allende en Eva Luna.




3

En El Salvador decidí andar de hombre para no llamar la atención. Disfrutaba de una vida de reina con aquellos dólares mal ganados en Tegucigalpa. No sabía qué iba a suceder si el dinero se acababa. Pero eso faltaba mucho. En la suite presidencial de aquel Hotel era la dueña y señora de la exclusiva colonia San Benito.
Tenía los hombres que quería, comía de los mejores manjares y me daba el lujo de que lo que sobraba se repartiera entre los obreros que esperan trabajo en el Parque Central. Bebía lo más caro y cuando me aburría, convidaba al botones. En confianza, éste me contó que algunos de los personeros del Hotel se preguntaban si yo era narcotraficante o no, lo cual a la larga no era importante.
Así que inventé era hija de un acaudalado macho mexicano que me envió a Centroamérica por ser la oveja negra de la familia que siempre repite los cursos en la carrera que fue obligada a estudiar. Que una vez mi hermano mayor quiso hasta violarme para quitarme lo joto y me obligaba en privado a hacer cosas rudas de hombre, lo cual amargaba mucho a mis otros hermanos.
Mi madre, avergonzada de mi condición gay es la que me envía el dinero aterrada por sus remordimientos que le hacen cuestionarse en qué falló para que yo me desviara y en el hecho de que si sus amigos se enteran, sería el escándalo. Así que les convenía más tenerme lejos que cerca.
El botones regó la historia y dejaron todos de fastidiar. Cuando el político llegó  buscarme a  recepción, dijo que era mi hermano y todos pensaron iba a haber un problema... así que decidieron estar atentos.  Con estos detalles, que sólo el destino pudo fraguar, el plan de Regidor de Tegucigalpa estaba saliendo mejor de lo que pensaron él y los suyos.
Estaba dándome un baño de burbujas cuando tocaron. Me puse la toalla para ocultar mi intimidad y abrí. Casi caigo de sus cuando vi al político acompañado de sus guardaespaldas. Todos entraron violentamente y él empezó a pegarme.
-Maldita hija de la gran puta, traidora. Te burlaste de mis sentimientos más profundos.
-Por favor no me pegues. Yo...
-¿Quién te dió ese dinero? ¿Quién te contrató?
-El Regidor.
-Mientes. El me puso al tanto de todo...
En ese momento sentí que aquellos eran mis últimos momentos.
-El me dió el dinero, te lo juro.
Adiviné sus intenciones en los ojos.  Aquellos ojos que me habían visto con tanto amor, me odiaban.  Me arrancó la toalla y me obligó a voltearme. Se bajó el ziper. Se saco el pene. Pero se puso a llorar creyéndome más traidora de lo que yo era y más baja de lo que yo era. Dejó de cabalgarme y con una seña dijo a aquellos cinco hombres que hicieran lo que él no podía hacer.
Mientras me violaban me di cuenta que la estupidez más grande que podemos hacer es jugar con el amor. El político me amaba y era lo mejor que había podido encontrar en mi vida. Pero me dejé cegar por el dinero.
 Me haló del pelo para que sus ojos se cruzaran con los míos. Había más tristeza en él que en mí porque yo en el fondo, sabía, me merecía aquella humillación...
-¿Te duele? ¿Te destrozan las entrañas? Asi me dolió y me destrozó tu traición.
Mientras aquellos hombres se complacían deshaciéndome por dentro, sin fuerzas, pensé en mis adentros, algo que quería me entendiera el político: Estás cometiendo un grave error. Te traicioné. Pero no como crees.
Después de violarme empezaron aquellos hombres a arreglarse sus braguetas, cinturones y camisas para que aparentemente todo quedara como si nada. El político tomó una botella, al verla grité....
-No... Eso no me metas... por favor...
Quebró la botella mientras yo en posición fetal defendía mi ano sangrante.
-Decime quién te pagó... quién....
-Ya te dije... fue el Regidor...
Rasgó mi yugular, cuando la puerta se abrió de súbito. Era la policía, la administración del hotel y el Regidor de Tegucigalpa mas un sin fin de fotógrafos y periodistas....
El político asombrado se dió cuenta que todo había sido una trampa. Que yo no le mentí. Asi que me abrazó.
-Mi amor, perdóname....
-No. Debes perdonarme tú porque lo que hiciste fue pensando en que yo era más culpable. Pero si te traicioné. Me vendí y por unos dólares me burlé del amor.
El Regidor y unos periodistas tomaron las cámaras que estaban escondidas y se repartieron el botín. Uno de los policías esposó al político y unos enfermeros, con ayuda del botones amigo, me colocaron sobre una camilla.
Subieron la camilla, para conducirme a una ambulancia que a lo lejos se oía, cuando el Regidor se me acercó y ocultando su bajeza
-Perdóneme su Majestad,  por no venir a tiempo, me dijo.
-¿Usted quién es?, indagó el botones amigo al grueso hondureño.
-El Regidor de Tegucigalpa que ha estado al tanto de las maldades de este político. Pero no pensé que fuera tan atroz y le hiciera eso a esta actriz con quien se han amado profundamente. Yo sé que nuestros pueblos son atrasados pero nunca pensé que esto llegara a tanto Debemos limpiar nuestras sociedad de escoria como esa.
-¿Qué va a pasar con la Travesti?
-Más le valiera morirse.
-¿Por qué señor Regidor?
-A veces es mejor la muerte, pienso yo. Imagínese todo lo que le hicieron a la pobre...
Empezaron a conducirme mientras a lo lejos percibía la sonrisa del Regidor. De pronto se apagó la luz y a lo lejos empecé a escuchar un aplauso sonoro. No cabe duda que había muerto la Travesti

Me pareció de lo más morboso que Cholopo mandara a enmarcar aquella radiografía de su estómago donde se veía aquella serpiente viviendo en medio del jugo gástrico.
-Que asquerosa es esa solitaria, le dije. Y ¿qué onda con enmarcar esto?
-No es una vulgar solitaria. Es una hermosa Tapalcúa de Chocoyá.
Días antes de la experiencia de la penca de guineo descrita anteriormente, Cholopo bajó a ese mismo rincón pero, acuclillado en el suelo y antes de meterse la fruta en el culo, decidió defecar, razón por la cual mientras pujaba en el monte para que le salieran las eses, se le metió una de esas culebras que cuentan se introducen en el ano.
-Sentí tan rico, pero tan rico mientras la anímala se metía que no me di cuenta que en vez de salir eses era ella la que entraba. No sabés el placer que me dio la que creí fue la mejor cagada de mi vida. Ni limpiarme quería. Pero al darme cuenta que no había mierda en el suelo, me asusté. Así que decidí sacarme una radiografía para estar seguro.
-¿Te dieron en el hospital algún medicamento para matar ese animal que se te metió?
-Si. Pero no quiero matarlo. Por eso me asusté cuando Eleazar me succionaba el ano, la última vez que tuvimos relaciones sexuales y se le trabó entre los dientes. Lo eché a patadas porque no iba a permitir me quitara la única y verdadera compañía que tengo. Siento es como mi hijo.
¡Vaya si no!, pensé. Este es como una serpiente venenosa que sólo puede parir idems.
Y es que tenía que pensar que Cholopo era una serpiente y no precisamente por la Tapalcúa que tenía en el estómago. Cuando conocí la pocilga en la que vive y verla rodeada de monte muerto... saber que los trastos los lava en la taza del inodoro... que alrededor de su cama y debajo de ella deposita ropa podrida que apesta y que disimula con sábanas tiesas del semen que se limpia cuando se masturban él y sus amantes... que la pared que tiene enfrente está pringada también  de ese líquido que nunca limpia... lo primero que pensé es que es un cerdo. Pero los cerdos no seducen, cautivan e hipnotizan como él lo hace con todos aquellos indios a los que usa para su satisfacción sexual en su cama. Eso sólo lo hacen las serpientes y los que más atraídos se sienten a estos animalitos son los más jóvenes y Cholopo en ese sentido es un corruptor de menores como lo muestra su relación con Quique, el que le deja la bicicleta a las once de la noche y que ni siquiera sabe que aquellas sobadas a su pene, aquellos jalones a sus incipientes vellos púbicos, aquellas lamidas a sus pezones tiernos, aquellas penetraciones a su ano con los dedos o el pene son prohibidas por las más elementales leyes... jurídicas ...de la decencia ...de la cordura. Cuando se lo hice ver, me dijo que no me preocupara por los términos jurídicos. Que él sabía lo que hacía. Que los indios estaban para ser usados por seres superiores como él. Es cuestión de naturalezas, me amonestó, que tú no lo hagas no significa que otros no lo hagamos.
Cholopo, como todo nazi se siente superior. Pero argumentaba su superioridad con sus nahuales. Decía que el que le afecta y por ello no era completamente es el de concepción. Pero que el de nacimiento y futuro lo ubicaban en una especie de Nirvana que era la pocilga en la que vivía. Mi número es superior al tuyo, me repetía constantemente y si bien es cierto podemos ayudarnos jamás nos comprenderíamos del todo porque yo pertenezco a los nahuales que están en el brazo de la cruz y tú en la línea vertical. Pero como yo soy superior hasta en mi número, soy más fuerte y puedo entenderte. Por eso perdono tus intrigas, infamias, malas intenciones e historias que pones siempre en tu mente. Por ello lo que tu llamas lógica para mí es estorbo y lo que yo hago te parecerá repugnante. Me pregunto a la fecha por qué soportaba tantas faltas de respeto y agresiones psicológicas. Obviamente, quería ayudarlo en mi afán vital de meterme donde no me llaman. Sabía que internado en un sanatorio podría descansar y superar toda su problemática. Pero las cosas, sobretodo las ofensas, la falta de lógica, nos quitaban cada vez más la iniciativa y dañaban cada vez más nuestra amistad aunque no me diera yo cuenta o no quisiera aceptarlo.
La paradoja más grande que observaron nuestros amigos mutuos fue cuando se dieron cuenta que Cholopo decía a todos que yo le registraba y todos sabían que no tenía en su casa nada valioso, que valiera la pena. Ni siquiera las joyas de su madre valen un céntimo. Menos las piezas pictóricas originales –de Garavito- que dice tener y que una museógrafa descubrió eran falsas. Quizá lo único valioso que tenía y no por ser documento histórico sino por ser una pieza clave para descubrir el por qué de su naturaleza cual muestra de ADN es su credencial de las Patrullas de Autodefensa Civil.
Cholopo es uno de los malos patriotas que andan exigiendo a los gobiernos dinero en pago a sus “servicios a la patria”, dicen ellos, que consistieron en ponerse al servicio del Ejército asesino del pueblo y no enfrentar con hombría a genocidas sino lamerles las botas, rascarles la espalda y quitarles la mugre de en medio de los dedos de los pies para conservar su confort. Los guerrilleros, también genocidas y asesinos del pueblo, eran de su preferencia pero estos no pagaban… tenían menos poder que los otros.
Cholopo no tuvo miramiento en honor a su propia comodidad y aprendió a manejar armas y a ser servil a aquellos que ni su madre podía ver.
-Le di las nalgas a un oficial, cuenta, para que me dejaran vigilando mi propia casa. El trabajo más pesado no lo hice en la montaña sino en la carretera cuando me tocaba, con pasamontañas, ir a ver quienes venían en las camionetas y bajar a quien quisiéramos para matarlo en el camino. Era como un deporte pero no teníamos de otra porque si en el cuartel se enteraban que no matábamos a un enemigo de la patria diario pensaban inmediatamente que estábamos de parte de los guerrilleros, lo cual, a mi, por lo menos, no me convenía. El negocio es bueno, Mario, porque ahora yo ni siquiera voy a protestar y me han dado mi dinerito. Todo gracias a esta credencial. ¿Qué te parece como salgo en la foto? Aunque no creás que todo fue fácil porque cuando se asustaba el oficial al que le di las nalgas del cuartel, me tenía que esconder para que los que me llevaban ganas y decían me aprovechaba de la situación no me pusieran a hacer cosas embarazosas. Pocas veces no me pude zafar y en ese momento me enviaron a Zacualpa, una vez... a poblados lejanos otras veces y a emboscar a Carpio, otra. Pero  si mi papá lo hizo en Europa por qué no iba a hacerlo yo aquí. De todos modos ya sabés lo que pienso de  los indios. Pero dime, insistió, ¿qué te parece como salgo en esa foto?
-No sé, le dije, estupefacto ante tanto cinismo. Mejor dime tú qué decía tu mamá...
Según yo estaba desviando la conversación a otros rumbos. De nuevo Cholopo volvió a darme los ojos. Pero no era él sino su madre.
-Qué bueno Rodolfo... qué bueno....
Yo era Rodolfo y él su madre. Así que decidí entrar en el juego.
-¿Qué bueno qué cosa mami?, le dije.
-No saliste con esa risa de payaso que tanto asco me da.
Sabiendo que allí podía llegar a averiguar algo importante e intuyendo que Cholopo había perdido la noción del presente, del pasado y del futuro decidí decir:  -¿Por qué me tratas tan mal mami? ¿Porque en tu entierro quise ser yo y me vestí de rojo?
-No querías ir, imbecil. No querías ir y por eso te dormiste en el autobús. Al llegar, maldeciste a mi familia por pedirte te cambiaras y te pusieras de negro. No engañaste ni siquiera al esposo de tu prima, el médico, que me atendió y te reclamaba tu comportamiento de mal hijo para conmigo en mis últimos días.  Pero todo eso te lo perdoné menos una cosa...
-¿Qué cosa mami?
-Que dices que vas a rezar a mi tumba y no es a eso a lo que vas pese a que enciendes velas y llevas rosario.
-¿Y qué se supone que voy a hacer mami?
-No seas cínico Rodolfo porque te voy a dar una bofetada, dijo doña Julia mientras yo la esquivaba. Vas a mi tumba a coger encima de mí. Estaba yo recién muerta cuando empezaste a hacer esa porquería sobre mi cadáver.
Quedé más que estúpido. No podía creer aquello que estaba oyendo. Cuando indagué con sutileza a Cholopo, fue cuando le pedí ir al Cementerio en Jueves Santo para ver el rito de las velas. Corrobó aquella información que me dio convertido en su madre y de cuyos trances no recuerda, dice, aunque creo que si tiene idea ocurren.
Tal y como se lo comenté a nuestros amigos, sobretodo a Raúl que es como mi hermano, lo primero que pensé es que yo que respeto tanto a mis ancestros y los venero por ser la fuente de lo que soy, no haría eso... No cabe duda que Cholopo tenía razón: Somos diferentes aunque para el efecto no es necesario que sus nahuales estén en el brazo de la cruz y los míos en la línea vertical. La lógica y la docencia no tienen nada que ver con eso, creo.
Y de nuevo esa visión espantosa, con sabor a futuro incierto. En un momento me abstraje de la realidad como si hubiera ingerido cocaína o cualesquiera de las drogas con las que se cruza Cholopo. Un mendigo, al que todos creen borracho deambulando por las calles, pidiendo limosna. Apestoso. Al que todos los niños mofan. Del que toda mujer huye. Del que todo hombre cuchichea. Y al que todos llaman mosh achí (literalmente loco, hombre = hombre loco) en claro y perfecto quiché. A quien  el suelo sostiene con su mano para que no se vaya lejos, no se escape y cumpla su destino y cumpla maldiciones ancestrales, de deudas pendientes de un pasado que él mismo ignora. La tumba de doña Julia y todo el cementerio de Chichicastenango parecieron temblar y decir también a gritos MOSH ACHI.
-¿Por qué no respetas la tumba de tu madre?, le dije casi llorando.
-Porque era una india hija de la gran puta como todos. ¿Sabes qué es lo peor que hizo? ¡Parirme!
-Tú no amas la vida. Por eso no te quieres. ¡Qué triste!
Fue una de las tres veces que estando ante Cholopo sentí desfallecer ante lo que me decía.
-Pero no siempre es placentero, me aclaró, porque, a veces, cuando no llega nadie a coger conmigo me meto las candelas que enciendo y se me quema el fondío y me duele... me duele mucho el culo. Cada pecado trae su propia penitencia
Cada cagada su propia hedentina
Cada placer su propio dolor
Cada amor su propio odio
Cada vida su propia muerte
Cada madre su propio hijo
Cada hijo, su propia madre. Lo digo por la mía. Aunque también pudiera decirlo por mi papá. Por algo se encontraron. Por algo se amaron. Por algo me engendraron.

Después de mi asesinato, el botones amigo que trabajaba en el hotel de la Colonia San Benito de San Salvador por poco se muere al recibir la visita de mi hermano. Creyó era yo porque somos casi idénticos. Con la diferencia que él es más joven. Al identificarse, se hicieron buenos amigos y compartieron hasta sus más íntimos secretos heterosexuales.
-A mi tu hermana me ponía nervioso en un principio porque pensaba quería algo conmigo. Pero no. Era muy respetuosa y sabía guardar bien las distancias por mucha confianza que uno le diera. Me enseñó que los gay no son lo que pensamos: Unos pervertidos que sólo andan viendo como vuelven gay a los demás. Por eso su muerte me afectó. Me quitó la homofobia de una vez por todas.
-Lo sé. Por eso al primero que pensé en buscar fue a ti para que me ayudes a vengarla.
-Ya me dieron permiso en el Hotel para ausentarme tres meses e irme contigo a Tegucigalpa. He analizado bien tu plan y tienes razón: Al último que debes acercarte es al político porque ya todos sabemos que fue la principal víctima y amaba a la Travesti.
El plan de mi hermano era muy simple: Hacer por cualquier forma que el Regidor de Tegucigalpa confesara y para el efecto emplearía los mismos métodos de grabación. Al enemigo, decía mi hermano experto en investigaciones policiacas complicadas, hay que atacarlo siempre con sus mismas armas. La estrategia de apoyo era igual de simple: Microfilmar conversaciones con los guardaespaldas del político que me violaron aprovechando sus cargos de conciencia y con periodistas cómplices que por dólares traicionarían al Regidor como traicionaron al político.
Así que ni bien el botones amigo y mi hermano estuvieron en Tegucigalpa, lo primero fue ir a la prisión. Se hicieron presentes a la Penitenciaria Central donde estaban recluidos los guardaespaldas violadores. Sólo uno de ellos quiso hablar porque los demás habían encontrado en el Evangelio de Jesucristo el bálsamo para sus culpas y errores.
-A mi ni Jesús me ayudaría, dijo el guardaespaldas atormentado, porque fui yo quien le aconsejó al jefe le diéramos una lección a la Travesti. La odiaba por lo que era. Por enloquecer a los hombres. Por querer ser la mujer de mi patrón. La verdad es que no eran malas mis intenciones y eso Dios lo sabe perfectamente. Creí que la Travestí era un ente salido del infierno para destruir a mi patrón. Nunca imaginé que él no era un hombre como usted o como yo sino que era hombre, ¡claro! pero con otra clase de gustos. Cuando yo le preguntaba, me decía que había refinado sus placeres. Pero yo siempre pensé que era brujería o algo así. Quise entenderlo leyendo libros de Medicina pero mi educación es mi educación, mis principios morales son mis principios morales y mi religión es mi religión. No sé de qué me sirven si estoy lleno de remordimientos por ser el autor intelectual de esas cosas tan feas que le pasaron a la Travesti y de haberle terminado de envenenar la cabeza a mi patrón y ella como que si nada dicen que está en el cielo. Hay agrupaciones en Estados Unidos que piensan canonizarla aunque dudo que el Papa lo consienta. ¿Y mi patrón? Metido en su mundo, en el manicomio de Tegucigalpa. Yo aquí, en cambio, con la conciencia que me muerde, como un perro rabioso que no me deja en paz. Y no crea que es por estar en la cárcel. Donde quiera que estuviera en este momento sería lo mismo. Por eso sé que al salir en libertad va a ser lo mismo. No sé si suicidándome arreglaría las cosas. Ya le dije que mi educación es mi educación, mis principios morales son mis principios morales y mi religión es mi religión. Ojalá de algo sirva lo que le estoy diciendo. Que me sirva a mí...
-Usted tiene que entender, dijo mi hermano, que a la Travesti no la mató usted. Fue escogida para hundir a su patrón y usted sólo hizo lo que hizo.  Por eso le ruego que detalle a detalle, me relate qué fue lo que pasó cuando murió la Travesti.
-Pese a que mi educación es mi educación, mis principios morales son mis principios morales y mi religión es mi religión sentí rico cogérmela. Y es que como le decía no sé de que me sirven mi educación que es mi educación, mis principios morales que son mis principios morales y mi religión que es mi religión porque con mi mujer hacemos  siempre el sexo anal y es el que más gozamos. Pero mi educación, principios y religión dicen que eso es sodomía. He de confesarle que me gusta usar mi pene para sentirme dominador. Por eso no podía permitir que el futuro presidente de la República en vez de penetrador fuera penetrado. Creo que eso es Psicología Social o interés por la Patria.
Mi hermano, poco a poco, fue consiguiendo el guardaespaldas ordenara el relato. Le hubiese gustado obviar detalles como los anteriores y opiniones porque los mismos harían aparecer, para quien no tuviera más información, al guardaespaldas como el único culpable cuando en realidad  el único culpable de todo era el Regidor de Tegucigalpa. Pero si de algo sirvió la experiencia con aquel guardaespaldas es que convenció a los otros para que declaran ante el alivio que su camarada les dijo obtuvo después de relatar todo a mi hermano.
Ninguno de ellos supo que mi hermano era mi hermano sino cada quien creyó aportaba su granito de arena para lo que fuera: Desde un estudio psicológico sobre homosexualidad y travestismo hasta testimonios pseudoevangélicos de que este mundo es una porquería y se había convertido en la sucursal moderna de Sodoma y Gomorra. No cabe duda que a cada quien mi muerte le entró de distinta forma. Y tal parece que la penetrada no fui yo sino que  mis violadores. Como si se hubiera invertido el proceso. Y es que si bien ellos entraron a mi cuerpo destrozándolo, yo, al mismo tiempo, entré a su alma haciendo más estragos que ellos en mí.  Mi hermano, al llegar a esa conclusión, logró un poco de sosiego. El dolor de ella era del culo. El de ellos, del alma, decía constantemente a nuestro amigo, el botones.
-Cada quien es distinto pero el resultado es el mismo. Uno por sus remordimientos. Otro por su homofobia. Otro por su fanatismo religioso. Otro por aquí y allá... Otro por lo que fuera. Mi hermana, la Travesti es una mártir. Enviaré todos estos testimonios a cualquier país del mundo  para quienes quieran acuerpar el proceso de beatificación y posterior canonización. Ya es hora que los gay tengan uno como ellos en los altares y dejen en paz de una vez por todas a San Sebastián que llegó a los altares no precisamente por hueco y a quien, desde la tierra comprometen los homosexuales de todas las nacionalidades, en el cielo al lanzarle oraciones, peticiones y novenarios con clandestinos y que se salen de sus atribuciones adjudicadas por el Derecho Canónico a quien las iconografía representa retorcido, aunque sexy, penetrado por muchas flechas a lo que sin duda sus fieles del tercer sexo adjudican carácter fálico. CONTINUARA



Ella, la tercera en la foto, es Vidalia Gutierrez, la dama de los sombreros, a quienes l@s que la amamos llamamos cariñosamente Vida porque es precisamente eso para tod@s los que tenemos la dicha de conocerla en esta encarnación, ¡pura vida! Durante muchos años Vidalia fue la promotora de la fabricación de sombreros y muchas generaciones crecieron con los mismos. Hasta que se aburrió y decidió ir a radicar a Estados Unidos desde donde supuestamente envía el sombrero mágico de esta historia. La foto fue tomada en uno de sus viajes a Guatemala en Antigua Guatemala a donde viajo para almorzar en las ruinas de dicha ciudad con el autor de la novela. Los acompaña la madre de este.

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