jueves, 24 de octubre de 2013

El sombrero de Vida, 9

El sombrero de Vida

Novela de Augusto Cesar

A Vidalia Gutiérrez, la dama de los sombreros


“No se puede amar al servicio militar sin detestar al pueblo”, Isabel Allende en De amor y de Sombra.





A Sor Juana Ixcot, amiga que me devela la realidad de mi país. A Mario Sarti, confidente del alma.

“La desgracia se lleva en la sangre”, Isabel Allende en De amor y de Sombra.



APÉNDICES DE LA SEGUNDA PARTE




1.-Martirologio para Calixto.
Se sintió humo. Era humo. Se sintió aire. Era aire. Calixto no podía comprender por qué después de tanto dolor podía sentirse así. Alguien... unos hombres lo fueron a tirar frente a la Universidad de San Carlos. Tiraron su cuerpo torturado del carro como quien tira una basura...lleno de perforaciones de bala, muerto. ¿Todavía soy el guerrillero Calixto? Si, todavía lo soy. Debía incorporarse. Pero al hacerlo se sintió humo. Era humo. Se sintió aire. Era aire. Y flotó. Ya no debía caminar. Podía andar en el aire. Como niño se sintió libre.... todo aquello había sido una pesadilla. Fue el único sobreviviente de la quema de la Embajada de España... Quedó medio vivo en medio de los cadáveres y lo pudieron recoger para llevarlo a un hospital privado para que fuera atendido. Pero ¿por qué no se murió en ese momento? Del hospital fue secuestrado por hombres armados y uniformados. Se lo llevaron para terminar de rematarlo. Para hacerle saber que tenía que pagar por no haberse chamuscado entre las llamas. Ese preció era un dolor terrible. Una tortura que lo hizo desear la muerte. Una tortura que desde siempre, había sufrido todo su pueblo. Luego, las balas. Ni se sienten cuando entran al cuerpo. Luego, una oscuridad. Lo meten al carro. Lo llevan a alguna parte. Lo tiran en la USAC y, como si nada hubiese pasado, la paz. Salir del cuerpo es bonito. Se ven a todos los antepasados. Se entra en contacto genético con cada uno de los dioses del Popol Vuh. Se siente uno mismo Corazón del Cielo. Y se da gracias porque la tortura terminó. Duele todavía un poco. Pero ya no tanto. Eso sí, la memoria no se olvida ni en el Cielo ni en la Tierra ni en el Infierno. Se sintió humo. Era humo. Se sintió aire. Era aire. Pero un aire con memoria. Capaz de revivir lo que pasó en la Embajada de España... Tenían que ir a las embajadas. Como fueron antes a la de Suiza. Para decir que eran pobres. Que no tenían recursos para salir del país y protestar... y pedir ayuda. Por pobres tenían que ir a lo más próximo a contar que en Guatemala las cosas van mal. Que hay infrahombres que martirizan al pueblo. Que hay hambre y miseria. .. Todo debía ser pacífico. Los indios son pacíficos como el humo y como el aire. Se sentía humo. Era humo. Se sentía aire. Era aire. Trajeron hasta a los niños... Todos debían marchar para pedir a los soldados salieran de la zona y los dejaran en paz. Entre la multitud venía don el padre de su mujer, mi abuelo.  ¿Y aquella ya no vino verdá? No. Ella se quedó pa´ seguir con su curso.  Cómo hace de falta la jodida. Esa tiene los pantalones bien puestos. Sabe lo que tiene que hacer. Vos Calixto, hubiera querido verla. Fijate que no se por qué pero creo que ya no nos vamos a ver con la patoja. Ay suegro, ¿qué puede pasar? ¿No las embajadas son terreno extranjero pue? En la de Suiza no pasó nada. Pues no sé. Los soldados tienen las armas vos. Quieren seguir secuestrando y no quieren que protestemos por eso. Ojala suegro que ya podamos vivir en paz alguna vez. Como dicen pasó cuando éramos dueños de todo. Ya estuvo suave que no nos quieran dar ni de comer. Y claro que llegó la paz a él. Pero para eso tenía que sentirse humo. Era humo. Sentirse aire. Era aire. Su mujer, mi madre quería ir pero ni siquiera pudo estar en el entierro de los quemados. No quería quedarse. Deseaba morir. Pero el destino le tenía preparado algo más importante en El Libro de la Vida. Antes debía vivir aquella carnicería. Miles de personas enterraron a los quemados. El odio se sentía en el pueblo. ¡Que ironía! España rompió relaciones con Guatemala y fue precisamente con la venida de ellos acá que empezó el martirio de los indios en El Libro de la Vida. Que empezó a regarse su sangre y a torturarse. Mientras se enterraban a los quemados, un hombre gritaba de dolor. Lo habían sacado del Hospital y lo torturaban. Lo hacían pedacitos porque no se le podía perdonar ni la vida siquiera... Estaba herido desde siempre en este mundo. Pero pronto se sintió humo. Era humo. Se sintió aire. Era aire. Si te quedás vivo hijo de puta, era un torturador, lo llamaban desde esa época, el Arcángel de la Muerte, vas a tener que decir que todos ustedes vinieron armados... que ustedes mismos se quemaron. Pero no... sos bien indio. Vos también sos indio, era Calixto, ¿cuánto te pagaron por matar a tus hermanos? ¿Cuánto te pagan en la G2 y en la Policía? Sho serote. Yo soy más que la G2 y la Policía. No te vergueo más porque estás delirando. Ya yo indio. Eso es lo triste. Todos indios y unos por complacencia se van a poner de parte del opresor. El Arcángel de la Muerte lanzó la orden, lanzaron bombas y  la Embajada se empezó a quemar. Llamas. Humo. Tosidos. Personalidades gritando.  Carne acolochándose como cuando se asa un coche o se hace un churrasco de vaca.  ¡Y qué olorcito! Más de algún pedacito le llevaron al Arcángel de la Muerte para que se hartara en el almuerzo. Uno les quitaba pedacitos a los cadáveres y se los llevó. al Arcángel de la Muerte y al Presidente. El Arcángel de la Muerte sabía lo que hacía. Armó a sus chontes con bombas de fósforos para que inmediatamente todos se pusieran tiesos. Y el suegro de mi padre, mi abuelo, fue acribillado. Le dieron cinco balazos en la cabeza y uno al corazón. Lanzaron granadas y cada quien daba su versión por lógicas e ilógicas que fueran. La Prensa tenía miedo. Ignoraba que Calixto estaba puspo de tanto pijaso. Sus ojos estaban hundiéndose entre dos cavernas profundas donde veía el rencor... el odio de su torturador. De aquel indio que no se creía indio. De aquel indio que lamía botas.... Pero ahora todo era diferente. Se sentía humo. Era humo. Se sentía aire. Era aire. Como el incienso del pom. En El Quiché habían soldados como aquel torturador... como el que llevó carne de indio a los chacales para su almuerzo... secuestraban y las familias ya no querían eso... ya no querían represión. Pero no sólo el Ejército hacía esas cosas. (También los guerrilleros. Estos fueron los que torturaron a mi madre, la esposa del guerrillero Calixto, acusándola de traidora por no estar en la Embajada y morirse allí). Querían paz... pero los quemaron como los quemaban en la montaña... los mataron como los matan en la montaña. Y no sólo a ellos. También a muchas personas que querían irse del país y por eso estaban en la Embajada. Querían refugiarse para informar al mundo que aquí hay indios que no se creen indios. Que aquí hay hombres que lamen botas. Que la sangre corre a chorros y la carne se chamusca.  La abuela Lola, madre de mi padre, el guerrillero Calixto, los odió más. Le hubiera gustado estar allí. No por su hijo sino por los otros. Fue mejor que mataran a su consuegro antes que lo torturaran como a Calixto. Tal vez por ello, éste le salía en sueños gritando... puspo como lo dejó el Arcángel de la Muerte cuando empezaba a ser indio que no se creía indio... con los ojos hundidos, viéndola a ella y pidiéndole más y más para salvar al pueblo... Muchas veces quiso espantarla porque era humo... era aire. Pensó agradecerle en el fuego. En los espejos... pellizcarla y ponerle la piel eriza... halarle las patas cuando estuviera dormida. Pero no. Sólo se le aparecía en sueños... la respetaba... Era su madre y si no fue es porque así los dioses lo dispusieron. Para algo serviría tanto dolor... tanta sangre... su sangre... Y era de esperarse. Ya habían tomado emisoras... los chacales así reaccionaban y la lógica del Arcángel de la Muerte era esa. Por eso eructó después de almorzar con el Presidente y su soldado. "Perdón mi general", le dijo al Presidente. "pero la carne me cae pesada al estómago... y mi pedazo me salió algo crudo". El suegro de mi padre, el padre de mi madre, lo sabía y, por ello, le dijo no volvería a verla.... lo presiento, le dijo, por no decirle, lo sé. Calixto  también lo sabía. Pero prefería decir que no iba a pasar nada. Después de todo la muerte... la tortura... la marcha... la protesta... todo era mejor a seguirlos aguantando. Además, no había diferencia... el Infierno era el mismo. Por eso Calixto gozó su sepelio mientras el Arcángel de la <Muerte eructaba y se sacaba carne de los dientes con las uñas de los dedos. Era una fiesta... una fiesta porque todo el dolor, la sangre... el odio... había terminado como terminan las películas del cine... con un fin... como terminan las novelas... con un punto y aparte aunque sea un punto de esperanza. El epílogo después del fin que marcó su propia muerte... Pellizcarla a su madre, mi abuela Lola, halarle las patas, hacerla sentir incómoda sería una broma para después... pero una broma que le haría saber que todo un pueblo, hasta los muertos, se sentía feliz.. Tal vez por eso, ella al llegar por última vez a su pueblo se sintió rara... fue como un pellizco en las nalgas. Y no lo dijo, tal vez por respeto a su marido. O por miedo a que fuera algún muerto... de aquellos que por morir violentos aún están en este mundo viéndonos y viviendo con nosotros como si aún no se hubieran ido. Descanse en paz mi padre, el guerrillero Calixto, espíritu sonriente. Descanse en paz hombre que se sintió humo... era humo... que se sintió aire... era aire... que se sintió incienso... era incienso. Que nos representa a todos en esa eterna sonrisa que le da valor y esperanza a la palabra pueblo. Descanse en paz Calixto. Sé que la luz guía a estas letras que pide perdón a tí y a los tuyos. Eso si, cuidado, porque duelen los pellizcos en El Libro de la Vida. El Presidente y el Arcángel de la Muerte aplaudieron al Soldado. Lo invitaron a comer y luego lo ascendieron. Estaban felices y el Presidente al comer el churrasco se comió su propia locura. Por ello ahora los sesos se le quemaron y tiene el mal de Alzheimer. A mi, dijo el Presidente al Arcángel de la Muerte, esa carne me dio chorrillo. Tal vez no era de indio. Tal vez era de alguno de los que estaban pidiendo refugio. Mejor no pensemos en ascender a este soldado por burro.  No, mi general, respondió el Arcángel de la Muerte. Si era de indio, era la carne que yo mismo le arranqué al guerrillero Calixto nuestro soldado, es un héroe y todos los héroes nos convienen. Lo que pasa es que la carne no estaba bien asada y eso no es culpa de este pobre...


2.-Oración al Arcángel de la Muerte
INSTRUCCIONES: Léase en los altares invisibles cuando se quiera sembrar más odio, injusticia e ignominia. Léase en caso se necesite diezmar a un pueblo y quitarle sus garantías. Léase en caso se quiera un dictador en cualquier nación del mundo, Léase que el Arcángel acudirá esté vivo o muerto…

Lágrimas rojas
brotan de mis ojos
miles de hombres
caen a los suelos
mujeres violadas
niños masacrados
se les niega el día
y se les regala una noche larga
oscura
aterradora
y el responsable
 pretende gobernarnos
con la señal de la bestia
en sus propios dedos
para pisarnos
para estrujarnos
nos señala con un dedo
que pretende ser divino
y todos le temen
la masa adormecida
lo prefiere
con el ya no hay futuro.

Se castra
la esperanza
se pierde
Guatemala
entre la niebla
de la historia
como una india
virgen
entre las multitudes
como una lágrima roja
que se evapora
como una sombra
que se fulmina
como una sonrisa
que se desvanece.


martes, 15 de octubre de 2013

El sombrero de Vida, 8

El sombrero de Vida

Novela de Augusto Cesar

A Vidalia Gutiérrez, la dama de los sombreros


“No se puede amar al servicio militar sin detestar al pueblo”, Isabel Allende en De amor y de Sombra.





A Sor Juana Ixcot, amiga que me devela la realidad de mi país. A Mario Sarti, confidente del alma.

“La desgracia se lleva en la sangre”, Isabel Allende en De amor y de Sombra.



4

El Alcalde Indígena de Chichicastenango nos recibió a Max y a mí después de haber recavado evidencias e investigaciones de Cholopo como characotel. Podríamos enjuiciarlo y hasta darle un castigo ejemplar. Pero no lo voy a hacer. El fue escogido desde antes de nacer por sus nahuales y entregado por sus propios padres cuando vino al mundo. Debemos respetarlo porque los dioses de la oscuridad lo quieren de guardián y todo lo que ustedes han descubierto que ha hecho es parte de su iniciación.
Mire esta foto, dijo enseñándonos una fotografía de la cueva en un bosque. Les parecerá un bosque cualquiera. Pero es un ecantamiento, un bosque que sólo los chamanes y la Fraternidad de Characoteles conocemos. Agréguela junto a estas otras al expediente y delo por caos cerrado con mi veredicto.
Observamos las otras fotografías y una de ellas llamó poderosamente mi atención. En el interior de la cueva, deduje, rodeada de velas, una piedra.
-Usted que sabe y siente cosas, algo sabe y siente al ver esta foto.
-Bueno, no me genera simpatía como Pascual Abaj, dije. Pero tengo la impresión que conozco este lugar.
 -Claro que ha visto la piedra. Por lo menos en fotografía. Es la misma que tiene aquel brujo de Sololá colgada en su consultorio.
Max me vio extrañado y recordando le dije que la misma fotografía se encontraba colgada en el consultorio de un brujo de Sololá. ¿Cómo se me iba a olvidar si hay una carta de puño y letra del Arcángel de la Muerte agradeciendo al brujo un favor? Fue ese brujo el que lo alertó en una visión extraordinaria que iba a sufrir un atentado en  la cuchilla de un pueblo del Oriente de Guatemala. Al revisar el lugar, encontraron los explosivos y el Arcángel de la Muerte agradecido envió la nota que fue puesta en el mismo marco de la piedra.
Max pidió al Alcalde explicarnos más y aquel indio contó el futuro: Cuando usted ande en la montaña roja del sur de Tegucigalpa, Honduras.... esa montaña de la que Max lo hizo regresar a Guatemala para esta investigación.... donde encontrará inspiración e ideas y verá una de las encrucijadas del amor y el odio, del cielo y del infierno... donde tras conocer el cielo en los ojos negros de Guillermo, usted y él caminarán por esos caminos que lo intrigarán por bellos, áridos y diferentes... será su cotidianidad vespertina y nocturna... y a veces matutina... Cuando lleguen por el terreno baldío donde componen carros, Guillermo resbalará sin que usted se dé cuenta mientras usted husmea unos baldes que contiene gasolina y que le hacen pensar instantáneamente en los fósforos que lleva en la bolsa de su pantalón....
El grito de Guillermo lo hará voltear a él teniendo el balde en la mano. El horror se apoderará de usted al ver que el perro del infierno quiere devorar con sus fauces a su amigo.
-Cholopo, déjalo en paz gritará.
El perro volteará a ver y usted le rociará gasolina encima e instantáneamente le penderá fuego con los fósforos. Todo parecerá tan rápido que parecerá que los aullidos que lanza el perro mientras arde en llamas salen de la nada.
Guillermo y usted regresarán al club, liberados para siempre.
Pasada una hora aproximadamente lo llamará Augusto desde Guatemala. Le contará que le prendieron fuego en Chichicastenango a Cholopo y que murió quedando sólo cenizas, las cuales parecieron volar, según le informaron algunos indios. Pero, en realidad, fueron llevadas por manos invisibles de viento a la cueva de esta foto que usted ya conoce y en cuyo alrededor estará la Fraternidad en pleno.
Cada uno de los miembros tomará un poco de ceniza y bañará la piedra con ella tras tirarle un escupitajo. De esta manera y con ayuda de los elementales, el espíritu de Cholopo y sus nahuales de futuro quedarán en la piedra hasta todas las piedras del mundo y el mismo mundo desaparezca. Con el tiempo a esa piedra acudirán indios pidiendo venganza, clamando odio, exigiendo muerte y destrucción. Los brujos negros centrarán en ella sus trabajos más profundos y usted será el único ladino que sabrá que si quiere hacer daño, destruir, sembrar terror y guerra esa piedra se la concederá porque en ella habita la esencia del mal. Y a usted se le dará el privilegio de saber eso porque esa esencia estuvo relacionada con usted. Era parte suya y sólo se habrá librado por el poder del fuego cuando usted mismo lo active defendiendo lo que más ama en ese momento: El cielo de Honduras....
Vinieron a mi mente dos cosas. Que Cholopo siempre me dijo que la sacerdotisa, la mamá de Juanjo le dijo que con fuego se curaría y él siempre pensó era un toj, una quema espiritual medicinal indígena que se hace en series y de la que él hizo sólo una en presencia de Juan y Samara. La curación viene de volver fuego el agua. Obviamente, se refería a la gasolina comprendí.
Obviamente el Alcalde indígena sabía de mis pensamientos. Pero Max no, así que indagó en qué pensaba. Le conté lo anterior y al terminar me dijo: Bueno ¿y la segunda cosa que se te vino a la mente cuál es?
El poema de dos estrofas que hice en Honduras y mientras se los recitaba, ambos hombres sonrieron:

Vine a Honduras a llevarme el cielo
y el cielo esta en tus ojos Guillermo

Lamento que a las secuelas de la guerra en mi país, todo mundo quiere sacarle raja. Así como la Poesía fue lo primero que empecé a escribir a mi llegada a la Montaña Roja del Sur de Tegucigalpa, así fue también lo que empecé a leer. Tomé de  la Biblioteca del Club una antología bilingüe en la que aparecen creaciones de tres escritoras, entre ellas de la prima ninfómana de Cholopo. Me dejó perplejo la mentira y el oportunismo de la presentación en la que se dice que: ella se alejó  del periodismo por ocho años debido a la violencia en Guatemala. Si lo dejó fue por ineficiente y estúpida y por sus problemas mentales y maritales.
Ya le hubiera gustado a la ninfomanía padecer lo que padecieron otros mártires del periodismo como Irma Flaquer quien firmó su sentencia de muerte en el conflicto de la embotelladora. Los trabajadores habían decidido ir a la huelga, razón por la cual periodistas y autoridades se hicieron presentes. Irma al ver entrar al Arcángel de la Muerte le preguntó si ahora también iban a matar a quien se le antojen. El no respondió porque sabía ella estaba en la lista negra pero decidió que esa sería la última pregunta que le haría por la osadía que tuvo de verlo a los ojos.
Y es que a él nadie lo veía a los ojos y nadie podía contradecirlo. Ni bien le salía barba a uno de sus hijos adolescentes decía se la quitaran porque parecen guerrilleros. Obviamente cualquiera  que le salen pelos en la cara quiere ver cómo se ve con barba y bigote, con cara de hombre. Quisiera primero poder ver cómo me veo, le dijo el muchacho. Te la quitás porque te la quitás y punto, respondió. ¿Por qué?, le dijo el joven no entiendo esa mezcla de ira, regaño y arbitrariedad. Porque yo te lo ordeno. Pensó el joven por su tono de voz que si decía algo podía hasta darle un bofetón inmerecido, razón por la cual decidí seguirle la corriente. Está bien le dijo aunque entre él dijo “su madre” haciéndole creer le obedecería y haciendo luego lo que se le pegara la gana porque pareciera guerrillero o no era su cara y sus pelos. Haría lo que todo el mundo hace agrandando su mundo solitario, incomunicado y yermo: Decirle a todo lo que dijera que si, que si y que si y nada más que si. Esa era una de las estrategias de sobrevivencia para no contradecir a los militares.
Militares como el Arcángel de la Muerte  erigieron a su alrededor un altar y varios templos de adoración a sí mismos. Sus peores víctimas fueron siempre sus propios hijos que crecían ante esa idolatría enajenada ávidos de amor a tal grado que nunca supieron lo que eran esos sentimientos y si bien es cierto no fueron culpables de heredar las malas entrañas también quisieron construir altares y templos pero como nadie se asemeja a dios, todos fueron torres de Babel donde nunca hubo entendimiento ni en ellos mismos o ídolos al estilo de los que destruyó Moisés cuando bajó de hablar con Dios. Deshumanización proveniente de la lavada de cerebro que los gringos daban a lo largo del todo el continente a los latinoamericanos para tenerlos bajo su poder imperialista.
Ninguno de los hijos del Arcángel de la Muerte lo  vio jamás a los ojos. Quizá lo que más temía era que siempre les echara en cara que, pese a que él se los había dado todo, los tres eran unos inútiles. No servían para nada y fueron un fracaso desde el primer momento. Yo hasta los casé, les dí casa y carro y son un desastre. No sé por qué nadie salió a mí. Era la letanía cotidiana para con ellos. El joven de los pelos me dijo: A pesar del cariño que yo le tuve  siempre intuí que con él nunca iba a ser yo mismo porque ser uno mismo era mostrar debilidades que podían ser usadas en un momento de tortura psicológica. Sabía que expresarme era pasaporte para que algo malo me sucediera. Así que aprendí luego el culto al si si está bien, como usted diga, lo único que usted hace vale, nada sirve sólo usted. Culto idolátrico del que me cansé luego y por lo que decidí desterrarlo a él y al resto de mi familia para siempre de mi vida alegando no tener tiempo para verlos por razones de trabajo. La verdad es que no quería ser como ellos y no sabía como desprenderme de ese nexo familiar hasta que descubrí que no era sólo producto de dos padres y me dí cuenta que lo que  nos salvaría sería la otra rama de la que venimos que no podría ser tan vil y que  le daría otros giro a la maldad genética.
Cierta vez el Arcángel de la Muerte dijo a otro de sus hijos: A tus hijos tenés que cuidarlos vos, porque si los secuestran yo no doy ni un centavo y dejo que los descuarticen, así que la culpa vas a tenerla vos y nadie más. Yo no daré jamás mi brazo a torcer. Menos ante esos guerrilleros de mierda. Descubrieron dos  veces a subversivos que iban a secuestrar a dos de los nietos del Arcángel de la Muerte pero como y todos valía cero cuando preguntó el padre sólo le dijo que se callara y que no se metiera en lo que no le importa. Se encogí de hombros como lo hacía siempre simulando indiferencia. Si si está bien, como usted diga, lo único que usted hace vale, nada sirve sólo usted. Así que me callo y punto.
La verdad es que los huevos de decir su opinión, lo que no le parecía y hasta de insultar al Arcángel de la Muerte sólo los tuvo su hija menor, la que fue varias veces diputada, quien se daba hasta el lujo de sacar de la celda a personas que iban a ser torturadas y muertas. Fue el caso de Facundo, el director de teatro con quien trabajé de asistente en la obra El Señor Presidente. Me dijo: Gracias a ella estoy vivo. Una vez que me agarró el Arcángel de la Muerte para matarme me sacó ella misma del Cuartel.
Ni lento ni perezoso fui a contárselo y a preguntarle si era cierto. Si, dijo. Mientras él  metía a diez por una puerta para torturarlos y matarlos, yo saco por lo menos a dos diarios para que sean sólo ocho. Por eso metí a trabajar con él como su supuesta secretaria. Nadie se oponía no sólo porque era la hija del Arcángel de la Muerte y en ese entonces aspirante a diputada sino porque casi nadie estaba de acuerdo con esta metodología que no perdona a ninguno.
Lo que decía ella era cierto. Pese a que el Arcángel de la Muerte fue compañero de banco de Somoza, Pinochet y otros personajes continentales en los cursos que daban los gringos en Panamá y Miami, cuando cayó el dictador nicaragüense y el Arcángel de la Muerte era el “Presidente” de Guatemala acogió a Francisco Urcuyo el sucesor de Somoza y su comitiva, el mismo Arcángel de la Muerte envió por María, la hija de uno de los principales colaboradores de Somoza. Por poco me mata, me dijo cuando la conocí en la Universidad. Me acusaba de guerrillera por mi melena frondosa. Parece que a los militares no les gustan los pelos de nadie, le dije contando la anécdota de los primeros vellos faciales de aquel joven hijo del Arcángel de la Muerte. Pues lo que me salvó fue el anillo que Anastasio le regaló al Arcángel de la Muerte y que llevaba en sus dedos. Eso se lo dio delante de mi papá y yo estaba allí. ¿No se acuerda? Recién llegaban ustedes de estudiar en Panamá, le dije.
Lo que María, ahora destacada en docencia universitaria, dijo era cierto. Lo confirmé en un sueño que tuve antes de salir de Guatemala rumbo a Tegucigalpa por segunda vez. En el mismo, un hombre salido de un retrato antiguo del siglo XIX me habló y dijo que yo me parecía a él, lo cual no dejó de sorprenderme y darme risa porque yo jamás tendría sobre mis labios un bigote antiguo tan frondoso y ridículo. Por esto te escogí para que los nahuales de tu nacimiento estuvieran conectados a la lagartija que elimina la influencia del enemigo, cura enfermedades del cuerpo y del alma, cuenta historias y reivindica la voz de los que llevamos  una vida honrada y decente.
-A mi me hubiera gustado que la familia permaneciera pobre porque éramos gente digna y decente. Pobres pero honrados m ´hijo. En cambio, ahora que hay pisto, gracias a los sobornos que Arcángel de la Muerte ha hecho a algunos de mis hermanos para que se queden callados y no me reclamen, mirá cómo se ha enlodado mi apellido. Hubiera preferido hubieran seguido metidos entre la mierda de caballos que cuidábamos mis hermanos y yo cuando éramos niños porque esa mierda si embarra, se baña y ya.  Pero la mierda del alma no se lava con nada, sobretodo ante tanto dolor del pueblo.  Me cae mal eso porque el Arcángel de la Muerte es del pueblo como lo soy yo, lo fueron mis hermanos, mi tata y mi nana así como los hermanos de él, su tata y su nada. Cuando se muera, lo voy a estar esperando en el infierno para darle una verguiada como nunca le han dado. Lo primero que voy a hacer es darle de trancazos en la morra porque allí fue donde lo tocó el Arcángel Dios cuando se le apareció, según él mismo dice. Dice que le dijo el ser divino que él era el mismo Arcángel de Dios en la Tierra, y que a los dos los había diseñado diosito para salvar al mundo y limpiarlo de porquería. Después de estar en ayuno durante una semana el Arcángel de la Muerte llegó a la conclusión que la porquería a la que se refería su gemelo celestial eran los indígenas que junto a la forma fea de pensar de los católicos había que eliminar. Luego, hizo el plan de tierra arrasada y de fundación de su Iglesia Evangélica, desde donde televisaba cuando era “presidente” el servicio dominical promoviendo la unidad familiar. Por ello siempre empezaba todos sus discursos diciendo “usted papá…. usted mamá… ustedes hijos”. Y por dentro, me dijo cuando me torturaba, oía la voz del ser que se le apreció diciendo: Hijo sí, pero de la gran puta…
Impresionado por el sueño, inmediatamente indagué de quién se trataba el hombre de bigote ridículo con mi abuela Lola.  Lo primero que hizo fue sonreír. Me alegro lo hayas soñado porque ese hombre valía oro. Era íntegro. Rectísimo. Nada que ver el Arcángel de la Muerte, que se volvió ateo en aquellos tiempos con tal de llevarle la contraria cuando lo torturó con sus propias manos. Por eso no me trago el cuento que ahora es Pastor de Iglesia. Mucho menos que se le apareció el Arcángel de Dios para decirle que él era su gemelo. En burla a esa historia, todo mundo le llama el Arcángel de la Muerte. Pero volviendo al señor que soñaste, tené por seguro que si lo está esperando en el infierno para pegarle como cuando no le hacía caso o le faltaba el respeto a él y a la religión católica. Ojalá me muera yo antes que él para poder ver eso. Nada me agradará más que ver cómo recibe algo de lo que se merece porque estoy segura que aquí en la tierra todo quedará impune, como si nada. Como se queda todo.
Como vos el señor bigotón que decís parece sacado de una fotografía del siglo XIX sacaba un Vía Crucis en Viernes Santo… en esa época, la de la Semana Santa, fue cuando el Arcángel de la Muerte lo capturó y lo encerró y mientras lo torturaba le decía: Los curas son unos maricones que usan faldas y camisones porque no tienen el valor de ser travestis. Jesús como tenía carne cogía con Magdalena y lo más probable es que a ésta también se la hayan pasado San Juan y San Pedro. Aseguraba el Arcángel de la Muerte que todos los doce apóstoles formaban una cantina, un burdel o algo parecido. La Virgen María se agarró a otro y resultó embarazada y se inventaron el cuento del  Espíritu Santo y lo más probable es que uno de los ladrones entre los que murió nuestro Señor era amante suyo sino ambos. Jesús no nos salvó de nada porque nadie salva de la naturaleza a la propia naturaleza. Según decía don Arcángel de la Muerte sólo existe la naturaleza. Yo desde que me enteré me pregunto ¿quién hizo la naturaleza, pues? Por eso ese hombre bigotón, dulce y generoso que siempre me dio mi lugar y me respetó como se nota hasta en tu sueño te dice la verdad. Creele y hacé todo lo que él te diga. Amalo, veneralo y respetalo como lo que es... No dudes de él si vuelves a soñarlo y si eso ocurre salúdalo de mi parte y decile que si el Arcángel de la Muerte se muere antes que yo, por favor me espere para darle la verguiada que le tiene preparado delante de mí. Así me voy a quitar la rabia y cólera que tengo desde que me ví obligada a aceptar los caprichos que el imponía al pueblo cuando salía en la televisión. No le puedo perdonar que interrumpiera mis telenovelas. Y es que uno no podía ni protestar porque le quitaban sus programas porque se lo mandaban a tronar.  Decile a ese don que has soñado – si volvés a soñarlo, claro- que lo extraño mucho y que lo que más me hace falta es ir a la Iglesia acompañada de él, aunque ahora lo hace en espíritu. Decile que me salude a su esposa con quien me hubiera gustado vivir más en esta tierra. El se llama Calixto. Fue un gran hombre. Fue guerrillero. Fue mi hijo. Fue tu papá.


A mi regreso a la Montaña Roja del Sur de Tegucigalpa,  había una carta sobre mi escritorio que me había enviado antes de mi regreso Héctor Mario desde Guatemala. Me sentí mal porque por la premura del viaje a Chichicastenango y la búsqueda de detalles para ayudar a culminar la investigación de Max absorbieron todo mi tiempo y no pude ni siquiera saludar a Héctor Mario En ella me informaba de que en España querían enjuiciar al Arcángel de la Muerte. Que siguen buscando al ex ministro de Gobernación y al Director de la Policía en México. Recordé de inmediato cómo se dijo que este era como un chivo expiatorio que no tenía nada que ver con lo ocurrido porque siempre fue cosa de militares pero si la Premio Nóbel así lo quería, así lo iba a tener. Después de todo esa mujer es parte de los entretenidos números del circo llamado Democracia.
Contaba también Héctor Mario de los avances que la Corte Interamericana de Derechos Humanos tenía los casos de Jorge Carpio y la hermana de Cheli, nuestra compañera de estudios en la carrera de Derechos Humanos. Cheli busca por años desesperadamente a su sobrina, arrancada de los brazos de su madre ni bien nació. La mujer estaba embarazada y se esperó naciera el niño como parte de un negocio de venta de niños que el Arcángel de la Muerte tenía en el extranjero. Torturada, violada y asesinada recién parida fue su cadáver tirado al Río Motagua donde apareció, como muchos otros, en estado de putrefacción.
Como había dejado a Héctor Mario encargado de mi trabajo en el Plan Pastoral de Zacualpa me puso al tanto de pormenores y con sorpresa señalaba el paralelismo entre las leyes indígenas y ladinas. Por eso Eleazar, el amante de Cholopo fue azotado públicamente en el Parque bajo la Ceiba. Lo sorprendieron robando los objetos que le lleva a Cholopo en la madrugada y el alcalde decidió darle sólo 30 latigazos de los 50 que merecía. Le destrozaron la espalda y cuando fue a buscar a Cholopo para que le ayudara con sus besos y caricias a sanar las heridas, este lo echó a patadas y decidió irse a pasar una temporada con su prima ninfómana que dice es una periodista víctima de la represión como lo fue Irma Flaquer.
Finalmente, Héctor Mario contó que fue a la cárcel a visitar al padre Túnchez, sentenciado por la muerte de monseñor Gerardi.  No cabe duda que ese hombre es inocente pero esconde algo. Tuvo valor hasta de dejarse acusar de  ser él el que mató a monseñor por celos porque era amante del prelado. Pero tengo la certeza que Dios está en esto porque en todo El Quiché, por ejemplo, la presencia de Monseñor se siente cada vez más y más viva. Pareciera que no lo mataron.
No debiera sorprenderme porque tú sabes que creo en Dios pero es extraño ante la proliferación de tanta secta protestante siguiendo el desarrollo del Plan Rockefeller en cuya esencia se ha pretendido dividir el catolicismo para romper la identidad que da a cualquier pueblo unidad y lo vuelve una verdadera Nación. Recuerda que cuando Rockefeller vino a América Latino y vio la unidad de nuestros pueblos gracias al catolicismo, se alteró porque “el pueblo unido jamás será vencido” y podríamos toda Latinoamérica hacer frente al imperio del Norte aunque ni siquiera hubiese necesidad porque con tanto inmigrante hispano la derrota de los gringos se daría en su propio territorio.
El Arcángel de la Muerte se prestó a ese plan y quiso exterminar al pueblo de distintas maneras. Una de ellas fue masacrando aldeas completas. Desapareciendo poblaciones completas. Arrasando con todo para dejar la tierra sin sus legítimos habitantes. Pero no contaba con que los mismos gringos iban a aburrirse y al pasar el tiempo a fijar más su atención en otras áreas como Medio Oriente donde los ocupa el petróleo. Además, la Perestroika hizo lo suyo y el circo, como dice el mismo Arcángel de la Muerte, se llamó Democracia y en el mismo los gringos, antes propiciadores de las matanzas y masacres ahora se visten con el traje de defensores de los Derechos Humanos y reclaman a nombre de los muertos y masacrados. ¡Vaya si la gran prostituta apocalíptica no es una realidad en nuestros tiempos!
Y cómo no pensar en esa prostituta cuando el Arcángel de la Muerte  ha entrado al Circo para protagonizar la Democracia con ese su partido donde él quiere ser Presidente y su hija, diputada. Su objetivo es burlarse de la historia haciendo que el pueblo masacrado le de sus votos... que la gente crea que los métodos del pasado son los que sarán paz y seguridad... que los preceptos bíblicos son los que regirán la Nación. Ha creado hasta una nueva mitológica donde en un sueño se le apareció un arcángel que le dijo que él era su gemelo, un  arcángel encarnado que se encargaría de salvar al pueblo. No cabe duda que el Plan Rockefeller ha hecho estragos y dado resultado según sus ideólogos.
El Arcángel de la Muerte con dicho Plan en la mano no le queda de otra que arrasar y masacrar ahora desde el púlpito. Fundó su Iglesia con financiamiento internacional metiéndose también con otro vestido al Circo de la Democracia. Pero como la voluntad superior existe, la luz no se apaga aunque parezca extinguirse. Es por ello que los cuartos de tortura se han vuelto ahora capillas y la memoria histórica se ha llenado de detalles de mal gusto (en el decir de Sor Juana).
Ante el plan Rockefeller, ante tanto dolor y miseria que debiera haber mermado al pueblo, en este circo de la democracia latinoamericana donde los únicos huevos que parecen bien puestos son Cuba y Fidel; Venezuela y Chávez,  me sorprende ver –repito- lo vivo que está Monseñor Gerardi y es que como tú me dijiste que alguna vez te dijo Juan, el dueño de Chichirancho Nunca nos vencieron. Creyeron nos conquistaron pero no fue así. La Iglesia Católica de Santo Tomás no es Iglesia Católica sino la piedra ancestral. Los santos no son santos sino signos de nuestros creadores. Los que mandan no mandan sino nosotros. Ahora podríamos decir en vez de Iglesia Católica, Evangélica y en vez de santos, también católicos, el fanatismo sectario. Los que mandan no mandan sino nuestros ancestros, nuestra verdad.
Pese a ello el pueblo está estúpido ante tanto dolor. Tanta mutilación de sus hijos, tanta herida a la tierra al arrancarle sus hijos como se arrancan los árboles y se deforesta... ha hecho que el pueblo se quede tonto, dormido, anestesiado... al cuidado de lo superior de lo que Monseñor Gerardi vivo como se le percibe es la señal más notoria. Yo así lo veo como veo una señal en la hija de Juan, a  quien al verla dar sus primeros pasos y por su nombre propio me hacen pensar que el Sol y la Luna se tornaron niños después de la muerte del pueblo y vuelven a andar iniciando  un nuevo ciclo para esta raza indómita cuya sangre nutrió las capillas de tortura de Zacualpa.
Te extraño y te recuerdo desde tu tierra Guatemala. Vuelve pronto.
Tu director de teatro, Héctor Mario”.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE
Tegucigalpa, Honduras, Viernes  Santo, 25  de marzo 2005 (2:50 hrs)


El es el director de Teatro Hector Mario Solis a quien incluye el autor de esta novela de manera ficticia en esta novela como un homenaje al cambio que tuvo en su carrera teatral, gracias a su influencia. Ademas, Hector Mario estimulo muchísimo al autor para que se especializada en Derechos Humanos y fuera, por ello, declarado Agente de la Paz por las Universidad de San Carlos y Landivar para, luego, en Honduras empezar a perfilarse como Embajador Cultural de la Paz.


lunes, 7 de octubre de 2013

El sombrero de Vida, 7

El sombrero de Vida

Novela de Augusto Cesar

A Vidalia Gutiérrez, la dama de los sombreros


“No se puede amar al servicio militar sin detestar al pueblo”, Isabel Allende en De amor y de Sombra.





A Sor Juana Ixcot, amiga que me devela la realidad de mi país. A Mario Sarti, confidente del alma.

“La desgracia se lleva en la sangre”, Isabel Allende en De amor y de Sombra.


3

Cuando entré a la capilla del pozo, Sor Juana se quedó en la puerta. Sabía que iba a tener alguna reacción emocional desde el inicio pero no fue así. Coloqué sobre la tierra que cubría el pozo los inciensos de varita y la veladora que me dio mi abuela Lola en un vaso de la cocina que la misma Sor me llevó.
Al ver la paz y la tranquilidad con la que estaba en aquel recinto, Sor Juana sonrió y decidió entrar a hacerme compañía y sentarse en una de las sillas miniatura de niño que estaban allí ubicadas para el que llegara a orar u honrar a los torturados.
 -A veces la memoria histórica se debe matizar con detalles de mal gusto como este pozo de donde sacaron cien cadáveres entre hombres, mujeres, niños, embarazadas... les quitaban los pedazos y a veces hasta vivos los dejaban caer entre los cadáveres para que terminaran asfixiándose o entre la putrefacción.
-Yo lo que no entiendo es lo de las mujeres embarazadas y los niños.
-Yo no lo entiendo de ninguna manera Mario. Jesús mandó a amarnos los unos a los otros. A perdonar a nuestros enemigos. A dar la otra mejilla... ¿entiende?
-Entonces por qué seguir recordando.
-Porque el demonio sigue suelto hasta los últimos días. El Arcángel de la Muerte, el que ideó que los indígenas fueran exterminados para quedarse con sus tierras en lo que se llama “Tierra Arrasada” quiere ser Presidente de la República. Ha sido Presidente del Congreso y donde más votos sacó fue aquí en El Quiché donde hizo las masacres. Es necesario recordar y para eso hay que echar mano de detalles de mal gusto como las manchas de sangre en la otra capilla o el Cristo mutilado o esto que quiero regalarle y que al dárselo me libera porque es como una brasa que quema mi alma...
Sor Juana me dio un audio casete suplicándome que nadie se enterara que me lo había dado porque nadie sabía lo tenía.
-Me lo dio un expatrullero, un verdugo torturador que no aguanta los remordimientos. Según me dijo, cuando torturaban los verdugos entraban en trance... se les quitaban todas las emociones... se volvían animales... hasta se reían de ver sufrir. Luego, al volver en sí no podían con los remordimientos como le sucede a quien me lo dio.
Al oír cómo los torturadores procedían pensé inmediatamente en el Sombrero de Vida. A mí me ocurría lo mismo. Pero en vez de volverme ruin me inspiraba. Al contárselo a Sor Juana me dijo: No me extraña. En la cabeza tenemos el cielo o el infierno. Los soldados y los guerrilleros en sus gorras poseen el suyo. Usted sabe que llegado el momento ni ellos ni los guerrilleros sabían por qué luchaban, por qué mataban. (Ya lo hemos discutido Mario).  Pero el asunto está que  luchaban y mataban. Seguían haciéndolo.
Sor Juana me aconsejó no importunar a Vidalia llamándola por teléfono para indagarla. Son cosas obvias Mario, dijo la religiosa y usted es inteligente. Por eso cuando escuche la grabación reconocerá de inmediato al torturador. Por cierto que él usa un sombrero amarillo, el color de la locura.
Inmediatamente comprendí me hablaba de Cholopo y eso si que me hizo llorar.
-Ahora entiendo por qué se conocían cuando se lo presenté.
-Todos tenemos una cruz y la de él está bien retorcida. Ayúdelo porque no tiene a nadie en el mundo.
Esa petición de la religiosa afianzó mis conversaciones con mi amigo Augusto para lanzarme a la tarea de tratar de componer lo que no se puede arreglar. De ayudar, lo que no deja ayudar. De comprender lo incomprensible. Vaya tormenta. Vaya capilla de tortura en la que me estaba metiendo. Similar a aquellas en las que ahora oraba y fueron antaño cuartos para derramar la sangre del pueblo indio. La verdad es que nunca me atreví a escuchar aquel audio cassette. Tal vez si lo hubiese oído me hubiese dado cuenta de la tortura psicológica en la que me mantuvo Cholopo.
Sor Claudia interrumpió mi conversación con Sor Juana entrando a la capilla para avisar que estaba listo el desayuno y darme los fragmentos de uno de las homilías de Monseñor Gerardi que servirían de base teórica a la clase de hoy.
-Y hablando del demonio, dijo Juana, hay que ver cómo por la Memoria Histórica a Monseñor le quitaron la vida. No sé si sea otro detalle de mal gusto pero esa es nuestra historia. Se escribe con sangre.
-Después de clase, dijo Claudia, iremos a ver la exhumación programada para las 3 de la tarde. Se hará en el terreno de aquí atrás. Pero las noticias son igual de tristes. Parece que son más de cien cuerpos de todas las edades y todos están mutilados.
Mientras caminábamos de la capilla para el comedor para tomar el desayuno pensé con horror cómo desmembraban a la gente. Si hubiese tenido el Sombrero de Vida entonces no lo habría visto, como ahora, todo diferente porque, ahora, cuando me lo pongo veo esas escenas como viendo una película que no conmueve y llego hasta a entender el significado de cada uno de los ruidos que se escuchan en el convento cuando caen las sombras de la noche. Al llegar al comedor sentí un mareo, Sor Claudia me tomó del brazo auxiliándome. En ese preciso momento donde tuve por primera vez esa visión espantosa, con sabor a futuro incierto. En un momento me abstraje de la realidad como si hubiera ingerido cocaína o cualesquiera de las drogas con las que se cruza Cholopo. Un mendigo, al que todos creen borracho deambulando por las calles, pidiendo limosna. Apestoso. Al que todos los niños mofan. Del que toda mujer huye. Del que todo hombre cuchichea. Y al que todos llaman mosh achí (literalmente loco, hombre = hombre loco) en claro y perfecto quiché. A quien  el suelo sostiene con su mano para que no se vaya lejos, no se escape y cumpla su destino y cumpla maldiciones ancestrales, de deudas pendientes de un pasado que él mismo ignora. El área femenina del convento franciscano de Zacualpa pareció temblar y decir también a gritos MOSH ACHI.

Sur de Tegucigalpa, Honduras. En la montaña roja. El calor era demasiado y me sentía incómodo en medio de las sábanas.  Vi el reloj y como eran minutos pasados de las 3 de la mañana decidí salir desnudo a tomar el fresco. Bajé las gradas que me conducían al área pública del Club. Tomé las llaves para abrir una de las puertas de vidrio, lo cual no hice al ver aquella espantosa visión. Un perro, lo más probable salido del Infierno me enseñó sus fauces y sus ojos de fuego que en medio de la oscuridad sólo producían una combinación de horror y repugnancia.
Era obvio que si abría la puerta, el animal entraría a la estancia interna a hacer destrozos o me destrozaría a mí. No abrí aunque el miedo y el asco se me fueron al ver fijamente el fuego de aquellos ojos. ¿Dónde los había visto?  Consideré su inteligencia casi humana como la de todo perro que merodea el Club. Como sabiendo le reclamaría algo se fue sin dejar de voltearme a ver. Llegó a la puerta principal de reja y como si fuera elástico se adelgazó de tal manera que pudo pasar. Esto no es normal, pensé. Días antes el portón estaba abierto y otro perro intruso –de color amarillo- al verme iba a salir yo tras él a sacarlo, de inmediato se esfumó. Al atravesar el portón se me quedó viendo como diciéndome: Ya estoy en la calle y como soy de la calle de aquí no me puedes echar. Yo, en cambio, aquí si te puedo morder.
Pero aquel perro era distinto no sólo por el color negro. Parecía mitad humano, mitad perro. O un perro humano o un humano perro. Independientemente de las definiciones genéricas de lo que pudiera ser, algo de no perro y de humano tenía. Lo que si estaba seguro es que no era el Cadejo porque yo de ebrio, ¡nada! Y era esa zoofilia humana la que me dio asco y miedo y lo que más me intrigaba es que tanto el miedo y el asco se me fueron al ver fijamente el fuego de aquellos ojos. ¿Dónde los había visto? 
Vino a mi mente cuando Cholopo  se convertía en doña Julia. En el justo instante antes de iniciar el trance y después de terminarlo, un gesto de dolor tan clásico en aquella alma atormentada y una súplica de ternura que parecía decir perdóname... no me hagas daño. Y cómo no iba a tener presente los ojos de Cholopo si los llevaba tatuados en el alma... los reconocería, aún convertido en los de doña Julia a miles de kilómetros de distancia.
Por otra parte, lo sublime y lo hórrido se combinan en Cholopo. Por ello, también recordé las veces que en Guatemala me despertaba de súbito y se me venía cualquier pensamiento relacionado con Chichicastenango. Sabía que Cholopo había estado allí vigilándome, visitándome. Primero se convertía en ave para surcar el firmamento desde su pueblo a mi casa. Al llegar al techo de mi segundo piso, se volvía gato para brincar con sigilo del segundo al techo de mi cuarto y allí en niebla para penetrar y llegar a mi cama. Como yo estaba dormido sentía una inquietud en el sueño, me despertaba, se me venía el pensamiento y de pronto oía ruidos de alguien que se alejaba. Fue una de las cosas que me hartaron e hicieron me fuera  a Tegucigalpa, sin saber que hasta allí me perseguiría el characotel que en cada cambio de animal debe dar tres vueltas a la izquierda y cinco a la derecha y luego un vueltegato.
Yo no me hubiese dado cuenta de lo que pasaba si una vez no llega mi abuela Lola a decirme que un borracho  que vive a la vecindad nuestra y puede ver nuestros techos porque vive en un quinto piso, decía haber visto primero al ave dar las vueltas y vueltegatos y luego sin saber dónde se metía el ave hacía lo mismo un gato que también desaparecía en el aire. A ese bolo ni hacerle caso, dijo mi abuela Lola, porque los bolos ven cualquier cosa, dijo. Lo que me da tristeza, agregaba mi abuela, es que los bolos ya no ven al Cadejo como antes. Esa era nuestra identidad. Ese pobre en vez de ver gatos y sopes dando vuelta debiera ver al Cadejo para que lo cuide mientras le dura la soca. Lo que mi abuela no sabía y nunca supo porque yo jamás le conté nada es que  esa era la respuesta que yo buscaba y que siguiendo el precepto de que “los bolos y los niños siempre dicen la verdad”, el vecino no mentía.
Aquella visión espantosa no me había dejado dormir. Ese perro era Cholopo, no cabe duda. Y lo confirmó el sueño de la madrugada siguiente. Yo llegaba a una casa lujosa que sabía era la de él aunque en la realidad nada se compara a la pocilga en la que vive. Allí había otras dos personas más con quienes indagué sobre él aprovechando su ausencia... Recibí información sobre sus actividades y feliz estaba de haber recibido dicha información y no haberme topado con Cholopo pero no pude irme antes que llegara y cuando me vio me apartó a otra estancia porque me dijo necesitaba hablar conmigo. Lo abracé fuerte y no dejé que dijera nada... En eso desperté con la misma sensación y escuchando el alejamiento. Con la diferencia que ahora  un ser invisible me tapaba boca y nariz queriéndome asfixiar.
Reaccioné de inmediato ofendiéndome por completo el abrazo que le di a Cholopo en el sueño. -Malditos tú, y todo lo que te rodea en esa ciudad serpiente. No volveré a verme en tu espejo jamás, grité recuperando el aire perdido.
Allí supe que, en efecto, era víctima de un hechizo y decidí instantáneamente dejar ciertas cosas en paz. Cholopo usaba sus nahuales en contra de los míos para tenerme controlado. Una de las cosas que no haría sería volver a Guatemala luego. Pero el hechizo de Cholopo era muy fuerte y así como me hizo volver la primera vez, me haría volver dos días después de aquel sueño.
El teléfono del Club sonó a las 6:00 de la mañana. Yo, en medio de mi desvelo corrí a responderlo por lo inusual de la hora. Además, necesitaba cambiar de pensamientos y borrar de mi mente la visión de aquel perro. Una llamada de larga distancia, me dijo la operadora. Es para don Mario. La acepté de inmediato porque sabía era de mi país.
-Usted no me conoce, me dijo una voz varonil y profunda. Soy el teniente Max Flores, del Departamento de Investigación Policíaca del Ministerio de Gobernación de Guatemala. Sé cuál es su condición en Tegucigalpa y me da pena comunicarle que deberá suspender sus actividades porque requerimos aquí en la policía de su presencia a la mayor brevedad posible. Como ciudadano necesitamos de su colaboración y a eso no puede negarse, lo sabe.
Tuve que regresar de súbito a Guatemala en medio de la extrañeza. Habían matado al médico que atendía a Cholopo y la Policía seguía el caso, lo cual era muy lógico pero yo ¿qué tenía que ver? ¿Por qué aquel oficial debía hablarme?
Al entrevistarme con el teniente Flores, me explicó que requerían mi presencia por el historial que el doctor llevaba de Cholopo. Allí había anotado todas las confidencias del caso y me mencionaba como informante.
-Creemos que ese demente está relacionado con el asunto, dijo Max. El doctor fue casi destrozado por un perro. Pero usted sabe que al manicomio no entran perros y menos en el área donde él laboraba. Aquí dice que usted tuvo la experiencia de saber que Cholopo se convertía en animal.
-Si. Cuando lo descubrí, lo interrogué cuando él estaba convertido en su madre. Es una de las razones por las cuales ella lo odia en su mente.
-¿Cómo se llama esa aptitud de las personas de convertirse en animal?
-Es algo cultural entre los indios.
-Sé esa su opinión. Aquí está anotado en el expediente.
-Se llama Characotel.
Y Max anotó con su puño y letra, al frente del expediente que no sólo incluía las anotaciones del doctor sino otros aspectos relacionados con Cholopo: CASO CHARACOTEL.
-Usted no se acuerda de mi don Mario pero yo también estudié con usted para Agente de Paz y sé como usted que estas cosas se dan aunque no se den en el mundo de uno. Es la diversidad cultural, sabemos.
-No me extrañaría que aunque no tuviera este conocimiento, esto estuviera sucediendo porque...
-No es tan fácil. Mis compañeros de trabajo son escépticos y no tienen la cultura suficiente  y...
-¿Qué es lo que pretende con todo esto Max?, indagué malicioso.
-Pasar a la historia como promotor del primer caso importante de transferencia de nuestra cultura ladina a la indígena porque esto usted y yo sabe que es cierto. Además, qué mejor que con la ayuda de un personaje como tú, Mario.
-Veo que ya nos tenemos confianza, dije irónico, y podemos tutearnos. Así que dime: ¿qué razones tendría Cholopo para matar al médico?
-El ninguna.
-¿Entonces?
-En todo esto esta envuelta  la Fraternidad de Characoteles. Demente o no, él tiene la aptitud characotel y ellos no perdonan la profanación que el doctor hacía en nombre de la Ciencia.  No es como usted o como yo. Yo investigo y lo doy con escepticismo. A usted le han dado conocimientos limitados y que a ellos les conviene. Por eso, cuando a usted le dieron los escalofríos y supo por intuición que Cholopo sabía es porque él sabía.
Me di cuenta que Max estaba informado de todos los detalles así que no vacilé en decirle que qué pretendía Cholopo conmigo. Tal vez al descubrir sus aptitudes y nahuales quiso involucrarlo en la Fraternidad.
-Por Dios... yo no soy characotel. Te lo aseguro, dije asustado. En medio de todo me agradaba saber estaba tratando con alguien que sabía más que yo porque eso de la Fraternidad era nuevo para mí aunque debí suponerlo por lógico.
-Es una hipótesis nada más. Tendríamos que averiguar la naturaleza de la Fraternidad, lo cual ni usted ni yo haríamos. Lo que sí es cierto es que Cholopo nunca le haría daño a usted. Tiende a protegerlo a pesar que usted lo rechaza. El y doña Julia lo aprecian.
Empecé a carcajearme porque no sabía cómo reaccionar ante aquello que parecía cosa de locos. ¡Vaya aprecio!, exclamé.
-Usted mejor que nadie tiene las respuestas. No olvide lo del espejo. Usted y Cholopo se aman. En las imágenes de los espejos, Mario, no se ve todo... por lo tanto imagen y reflejo no son iguales pero si casi iguales... Sé que me entiende.
-Vaya firmita el tal Cholopo, dije con ganas de vomitar. No tiene ni idea de cómo he maldecido el que apareciera en mi vida. Ni la metafísica ni ninguna espiritualidad justifican tales cosas que me ha hecho vivir y sufrir. No puede ser que ni en sueños me deje en paz.
Conté a Max mi sueño antes de regresar y cómo Cholopo apareció convertido en perro.  Averiguó mi dirección  en Tegucigalpa el infeliz, dije y como lo hice ni bien me desperté al gritar a los cuatro vientos que me deje en paz ¡ya basta! ¡Ya basta! Vuelvo a decir ahora.
-Esa conexión espejo es lo que hizo encontrarte, aseguró Max con una sonrisa en sus labios mitad burla y sarcasmo, mitad preocupación...
           
Max lo tenía todo planeado. Había avisado al Convento de Zacualpa que yo llegaría por unos días a Guatemala y quería visitarlos. La idea era ir a explorar todos los lugares posibles que dieran más pistas e indicios y entrar en contacto con la alcaldía indígena de los mismos. Cuando me vieron llegar, pensaban había llegado con un catracho al que le enseñaba los lugares turísticos y no despertamos ninguna sospecha. De hecho, Max se hizo pasar por Guillermo, amigo mío de quien ya tenían noticias en Guatemala.
Al quedarnos en el convento, decidí llevar el Sombrero de Vida. Al caer la noche y escuchar el primer ruido me lo puse. Le iba describiendo poco a poco a Max lo que veía y él hacía anotaciones en una libreta que pudieran servirle. El primer ruido se identificó con el nombre de Roberta, una india gorda y robusta, ascendiente de unas muchachas muy notables en Zacualpa por su aspecto físico. Son como tótem tolteca. Feas y desagradables... Parecen hembras a las que se le metieron dos hombres adentro que viven peleando constantemente, dije mientras Max se reía. Roberta era igual.
Para traer agua del río a su casa, caminaba todas las mañanas por  un sendero de tierra, el cual, antes de llegar a su casa atravesaba un terreno baldío. Le salió un soldado al paso.
- Roberta levantate la falda y bajate el calzón que tengo ganas de coger. Aquí nadie va a vernos. Sólo una montadita, por favor, suplicó el soldado.
-Ya te dije que soy una mujer casada y decente.
-Tu marido ni cuenta se va a dar sembrando la milpa.
-Si a mí mi marido no me preocupa sino las autoridades indígenas que encima de meterme una buena verguiada y acusarme de puta ante todos, capaz que me queman la cuca como se lo hicieron a la vieja aquella por caliente.
-Yo te doy tus centavitos que buena falta te hacen a vos y a tu marido para criar a tus hijos.
-Buscate una mujer sólo para vos y dejame en paz.
Aquel hombre, ávido de mujer por sus actividades profesionales tuvo la erección más fenomenal de su vida. Fue tal que el miembro le rompió el pantalón y salió solo del mismo sin que el soldado lo manipulara o abriera la bragueta.
-¡Si la tenés re grande!, dijo Roberta emocionada.
-Es que ya llevo rato de no hacerlo y me muero de las ganas. Dame una mamadita aunque sea.
-Vos que se la mamás y yo que te vergueo, dijo apareciendo en escena el marido de Roberta, y vos infeliz dejá en paz a mi mujer que es decente.
Y el reclamo verbal derivó en pleito. Y el pleito en golpiza para el soldado quien, al llegar al cuartel todo moreteado y ser la burla de sus compañeros fue indagado por sus superiores.
-¿Para qué te andás enamorando a esa mujer tan fea? Además, es casada, dijo el que tenía a su cargo el batallón  al cual él pertenecía.
-Usted nos ha dicho que debemos defender a la Patria hasta con nuestra propia vida.
-¿Y qué tiene que ver eso con tus calenturas?
-Parece que la Roberta tiene tratos con los subversivos y quería sacarle información.
La mentira de aquel soldado tenía dos propósitos: Deshacerse del marido de Roberta y hacer que la llevaran a ella a la sala de torturas donde podría saciar sus instintos bestiales con ella porque parte de la técnica de tortura es la violación a las mujeres sin importar condición, edad o si están embarazadas. De inmediato, el superior reaccionó tal y como el soldado esperaba: Enviando por Roberta y asignando al soldado en la misión que él mismo había empezado.
Al ir por Roberta, mataron a su esposo. Sus tres hijas lograron esconderse entre unos matorrales donde el cura del pueblo las rescató para llevárselas a la capital a un orfanato. El soldado satisfizo sus instintos revolcándose con la Roberta cuantas veces quiso. Su jefe al darse cuenta de la verdad, ordenó la muerte inmediata de la “subversiva” sin antes dejar de mutilarle sus extremidades superiores para que sufriera un poco... Ya muerta, la lanzaron al pozo y  encerró al soldado en la bartolina para que no volviera a mentir hasta que al superior se le ideó un plan para sacarle provecho a aquello. Al fin de cuentas, estos errores son ya comunes en esta guerra, se dijo a sí mismo.
El jefe  dijo a su subalterno que ni siquiera le iba a dar una golpiza si él mantenía hasta el día de su muerte la historia de que la Roberta era subversiva. A cambio tendría un ascenso a Cabo el día del Ejército y una condecoración por  haber tenido la iniciativa de salvar a la Patria de una lacra más. Al soldado no le quedaba de otra que aceptar aquello que le convenía. La primera cogida fue rica, dijo con cinismo a su superior, pero a partir de la segunda la Roberta me cayó mal. Así que no perdí mucho. Ese mismo día aquel “héroe” fue propuesto por su jefe para que unas merecidas condecoración y ascenso
-Con razón Roberta no descansa en paz, dijo Max quien luego me dio la idea de decirle algo que la consolara en su penar.
-Pues en las fechas que andamos, dije a Roberta, sus hijas son tres hermosas mujeres que ya le han dado dos nietos cada una. Están felizmente casadas y viven felices para siempre en sus covachitas aquí en Zacualpa. La mayor se quedó con el terreno de ustedes y le dio un poco de dinero a cada una de sus hermanas en compensación. Las tres se parecen a usted.
De inmediato Max y yo percibimos que el último suspiro de Roberta fue dedicado a sus hijas. Eran sus ojos, su preocupación y razón de vivir.
Dicen que cuando uno muere lo que más le preocupa es lo que se lleva en la mirada y en el alma, comentó Max.
Descubrimos entonces que las almas penaban más en el convento por lo que habían dejado o no habían hecho que por el dolor de la tortura y la angustia al morir. Al llegar la hora esta más que un pesar era un alivio, un sustituto de la paz y tranquilidad con la que vivían su cotidianidad antes de ser secuestradas, torturadas y asesinadas por el Ejército Nacional de Guatemala o por la guerrilla que hacía lo mismo.
-Me gustaría que una de esas almas nos enseñara a Cholopo como torturador de las Patrullas de Autodefensa Civil, dijo Max.
-Pues yo no, dije. Y no porque me asuste verlo lo que vi le hicieron a Roberta, dije alzando en su caja el Sombrero de Vida, sino porque en el fondo recuerdo cómo me torturaba psicológicamente. Que te baste la grabación que me dio Sor Juana, por favor. Y no me cuentes ningún detalle de lo que oíste en ella.
-¿No te parece que sería bueno que los otros torturados, como Roberta y que no tuvieron la suerte de sobrevivir, como Roberta recibieran de ti consuelo y alegría aparte del dolor de lo que dejan no harán o la tortura misma?
En ese momento no me consideraba preparado pero Max tenía razón. Por algo el destino me había enrolado en aquellas capillas de tortura de Zacualpa. Por algo había conocido Chichicastenango y su maldición a la que en idioma quiché denominaban mosh achí. Así que le prometí pensarlo. Y así lo hice. CONTINUARA.

Altar Maya en Pascual Abaj