El sombrero de Vida
Novela de Augusto Cesar
A Vidalia Gutiérrez, la dama de los sombreros
“La realidad es un revoltijo,
no alcanzamos a medirla o descifrarla porque todo ocurre al mismo tiempo.
Mientras usted y yo, hablamos aquí, a su espalda Cristóbal Colón está inventando América y
esos mismos indios que lo reciben en el vidrio de la ventana, están todavía
desnudos en la selva a pocas horas de esta oficina y seguirán estando allí
dentro de cien años. Yo trato de abrirme camino en ese laberinto,. De poner un
poco de orden en tanto caos, de hacer la existencia más tolerable. Cuando
escribo cuento la vida como a mí me gustaría que fuera”, Isabel Allende en Eva Luna.
A don Enrique Godoy, el gran novelista después de Asturias. A Ligia Villagrán, psicoastróloga de mi alma.
“... mientras pudiéramos
permanecer callados era como si nada hubiese sucedido, lo que no se nombra casi
no existe, el silencio lo va borrando hasta hacerlo desaparecer...”, Isabel Allende en Eva Luna.
En El
Salvador decidí andar de hombre para no llamar la atención. Disfrutaba de una
vida de reina con aquellos dólares mal ganados en Tegucigalpa. No sabía qué iba
a suceder si el dinero se acababa. Pero eso faltaba mucho. En la suite
presidencial de aquel Hotel era la dueña y señora de la exclusiva colonia San
Benito.
Tenía los
hombres que quería, comía de los mejores manjares y me daba el lujo de que lo
que sobraba se repartiera entre los obreros que esperan trabajo en el Parque
Central. Bebía lo más caro y cuando me aburría, convidaba al botones. En
confianza, éste me contó que algunos de los personeros del Hotel se preguntaban
si yo era narcotraficante o no, lo cual a la larga no era importante.
Así que
inventé era hija de un acaudalado macho mexicano que me envió a Centroamérica
por ser la oveja negra de la familia que siempre repite los cursos en la
carrera que fue obligada a estudiar. Que una vez mi hermano mayor quiso hasta
violarme para quitarme lo joto y me obligaba en privado a hacer cosas rudas de
hombre, lo cual amargaba mucho a mis otros hermanos.
Mi madre,
avergonzada de mi condición gay es la que me envía el dinero aterrada por sus
remordimientos que le hacen cuestionarse en qué falló para que yo me desviara y
en el hecho de que si sus amigos se enteran, sería el escándalo. Así que les
convenía más tenerme lejos que cerca.
El botones
regó la historia y dejaron todos de fastidiar. Cuando el político llegó buscarme a
recepción, dijo que era mi hermano y todos pensaron iba a haber un
problema... así que decidieron estar atentos.
Con estos detalles, que sólo el destino pudo fraguar, el plan de Regidor
de Tegucigalpa estaba saliendo mejor de lo que pensaron él y los suyos.
Estaba
dándome un baño de burbujas cuando tocaron. Me puse la toalla para ocultar mi
intimidad y abrí. Casi caigo de sus cuando vi al político acompañado de sus
guardaespaldas. Todos entraron violentamente y él empezó a pegarme.
-Maldita
hija de la gran puta, traidora. Te burlaste de mis sentimientos más profundos.
-Por favor
no me pegues. Yo...
-¿Quién te
dió ese dinero? ¿Quién te contrató?
-El
Regidor.
-Mientes.
El me puso al tanto de todo...
En ese
momento sentí que aquellos eran mis últimos momentos.
-El me dió
el dinero, te lo juro.
Adiviné sus
intenciones en los ojos. Aquellos ojos
que me habían visto con tanto amor, me odiaban.
Me arrancó la toalla y me obligó a voltearme. Se bajó el ziper. Se saco
el pene. Pero se puso a llorar creyéndome más traidora de lo que yo era y más
baja de lo que yo era. Dejó de cabalgarme y con una seña dijo a aquellos cinco
hombres que hicieran lo que él no podía hacer.
Mientras me
violaban me di cuenta que la estupidez más grande que podemos hacer es jugar
con el amor. El político me amaba y era lo mejor que había podido encontrar en
mi vida. Pero me dejé cegar por el dinero.
Me haló del pelo para que sus ojos se cruzaran
con los míos. Había más tristeza en él que en mí porque yo en el fondo, sabía,
me merecía aquella humillación...
-¿Te duele?
¿Te destrozan las entrañas? Asi me dolió y me destrozó tu traición.
Mientras
aquellos hombres se complacían deshaciéndome por dentro, sin fuerzas, pensé en
mis adentros, algo que quería me entendiera el político: Estás cometiendo un
grave error. Te traicioné. Pero no como crees.
Después de
violarme empezaron aquellos hombres a arreglarse sus braguetas, cinturones y
camisas para que aparentemente todo quedara como si nada. El político tomó una
botella, al verla grité....
-No... Eso
no me metas... por favor...
Quebró la
botella mientras yo en posición fetal defendía mi ano sangrante.
-Decime
quién te pagó... quién....
-Ya te
dije... fue el Regidor...
Rasgó mi
yugular, cuando la puerta se abrió de súbito. Era la policía, la administración
del hotel y el Regidor de Tegucigalpa mas un sin fin de fotógrafos y
periodistas....
El político
asombrado se dió cuenta que todo había sido una trampa. Que yo no le mentí. Asi
que me abrazó.
-Mi amor,
perdóname....
-No. Debes
perdonarme tú porque lo que hiciste fue pensando en que yo era más culpable.
Pero si te traicioné. Me vendí y por unos dólares me burlé del amor.
El Regidor
y unos periodistas tomaron las cámaras que estaban escondidas y se repartieron
el botín. Uno de los policías esposó al político y unos enfermeros, con ayuda
del botones amigo, me colocaron sobre una camilla.
Subieron la
camilla, para conducirme a una ambulancia que a lo lejos se oía, cuando el
Regidor se me acercó y ocultando su bajeza
-Perdóneme
su Majestad, por no venir a tiempo, me
dijo.
-¿Usted
quién es?, indagó el botones amigo al grueso hondureño.
-El Regidor
de Tegucigalpa que ha estado al tanto de las maldades de este político. Pero no
pensé que fuera tan atroz y le hiciera eso a esta actriz con quien se han amado
profundamente. Yo sé que nuestros pueblos son atrasados pero nunca pensé que
esto llegara a tanto Debemos limpiar nuestras sociedad de escoria como esa.
-¿Qué va a
pasar con la Travesti ?
-Más le
valiera morirse.
-¿Por qué
señor Regidor?
-A veces es
mejor la muerte, pienso yo. Imagínese todo lo que le hicieron a la pobre...
Empezaron a
conducirme mientras a lo lejos percibía la sonrisa del Regidor. De pronto se
apagó la luz y a lo lejos empecé a escuchar un aplauso sonoro. No cabe duda que
había muerto la Travesti
Me pareció de lo más morboso que Cholopo mandara a
enmarcar aquella radiografía de su estómago donde se veía aquella serpiente
viviendo en medio del jugo gástrico.
-Que asquerosa es esa solitaria, le dije. Y ¿qué onda
con enmarcar esto?
-No es una vulgar solitaria. Es una hermosa Tapalcúa
de Chocoyá.
Días antes de la experiencia de la penca de guineo
descrita anteriormente, Cholopo bajó a ese mismo rincón pero, acuclillado en el
suelo y antes de meterse la fruta en el culo, decidió defecar, razón por la cual
mientras pujaba en el monte para que le salieran las eses, se le metió una de
esas culebras que cuentan se introducen en el ano.
-Sentí tan rico, pero tan rico mientras la anímala se
metía que no me di cuenta que en vez de salir eses era ella la que entraba. No
sabés el placer que me dio la que creí fue la mejor cagada de mi vida. Ni
limpiarme quería. Pero al darme cuenta que no había mierda en el suelo, me
asusté. Así que decidí sacarme una radiografía para estar seguro.
-¿Te dieron en el hospital algún medicamento para
matar ese animal que se te metió?
-Si. Pero no quiero matarlo. Por eso me asusté cuando
Eleazar me succionaba el ano, la última vez que tuvimos relaciones sexuales y
se le trabó entre los dientes. Lo eché a patadas porque no iba a permitir me
quitara la única y verdadera compañía que tengo. Siento es como mi hijo.
¡Vaya si no!, pensé. Este es como una serpiente
venenosa que sólo puede parir idems.
Y es que tenía que pensar que Cholopo era una
serpiente y no precisamente por la
Tapalcúa que tenía en el estómago. Cuando conocí la pocilga
en la que vive y verla rodeada de monte muerto... saber que los trastos los
lava en la taza del inodoro... que alrededor de su cama y debajo de ella
deposita ropa podrida que apesta y que disimula con sábanas tiesas del semen
que se limpia cuando se masturban él y sus amantes... que la pared que tiene
enfrente está pringada también de ese
líquido que nunca limpia... lo primero que pensé es que es un cerdo. Pero los
cerdos no seducen, cautivan e hipnotizan como él lo hace con todos aquellos
indios a los que usa para su satisfacción sexual en su cama. Eso sólo lo hacen
las serpientes y los que más atraídos se sienten a estos animalitos son los más
jóvenes y Cholopo en ese sentido es un corruptor de menores como lo muestra su
relación con Quique, el que le deja la bicicleta a las once de la noche y que
ni siquiera sabe que aquellas sobadas a su pene, aquellos jalones a sus
incipientes vellos púbicos, aquellas lamidas a sus pezones tiernos, aquellas
penetraciones a su ano con los dedos o el pene son prohibidas por las más
elementales leyes... jurídicas ...de la decencia ...de la cordura. Cuando se lo
hice ver, me dijo que no me preocupara por los términos jurídicos. Que él sabía
lo que hacía. Que los indios estaban para ser usados por seres superiores como
él. Es cuestión de naturalezas, me amonestó, que tú no lo hagas no significa
que otros no lo hagamos.
Cholopo, como todo nazi se siente superior. Pero
argumentaba su superioridad con sus nahuales. Decía que el que le afecta y por
ello no era completamente es el de concepción. Pero que el de nacimiento y
futuro lo ubicaban en una especie de Nirvana que era la pocilga en la que
vivía. Mi número es superior al tuyo, me repetía constantemente y si bien es
cierto podemos ayudarnos jamás nos comprenderíamos del todo porque yo
pertenezco a los nahuales que están en el brazo de la cruz y tú en la línea
vertical. Pero como yo soy superior hasta en mi número, soy más fuerte y puedo
entenderte. Por eso perdono tus intrigas, infamias, malas intenciones e
historias que pones siempre en tu mente. Por ello lo que tu llamas lógica para
mí es estorbo y lo que yo hago te parecerá repugnante. Me pregunto a la fecha
por qué soportaba tantas faltas de respeto y agresiones psicológicas. Obviamente,
quería ayudarlo en mi afán vital de meterme donde no me llaman. Sabía que
internado en un sanatorio podría descansar y superar toda su problemática. Pero
las cosas, sobretodo las ofensas, la falta de lógica, nos quitaban cada vez más
la iniciativa y dañaban cada vez más nuestra amistad aunque no me diera yo
cuenta o no quisiera aceptarlo.
La paradoja más grande que observaron nuestros amigos
mutuos fue cuando se dieron cuenta que Cholopo decía a todos que yo le
registraba y todos sabían que no tenía en su casa nada valioso, que valiera la
pena. Ni siquiera las joyas de su madre valen un céntimo. Menos las piezas
pictóricas originales –de Garavito- que dice tener y que una museógrafa
descubrió eran falsas. Quizá lo único valioso que tenía y no por ser documento
histórico sino por ser una pieza clave para descubrir el por qué de su
naturaleza cual muestra de ADN es su credencial de las Patrullas de Autodefensa
Civil.
Cholopo es uno de los malos patriotas que andan
exigiendo a los gobiernos dinero en pago a sus “servicios a la patria”, dicen
ellos, que consistieron en ponerse al servicio del Ejército asesino del pueblo
y no enfrentar con hombría a genocidas sino lamerles las botas, rascarles la
espalda y quitarles la mugre de en medio de los dedos de los pies para
conservar su confort. Los guerrilleros, también genocidas y asesinos del
pueblo, eran de su preferencia pero estos no pagaban… tenían menos poder que
los otros.
Cholopo no tuvo miramiento en honor a su propia
comodidad y aprendió a manejar armas y a ser servil a aquellos que ni su madre
podía ver.
-Le di las nalgas a un oficial, cuenta, para que me
dejaran vigilando mi propia casa. El trabajo más pesado no lo hice en la
montaña sino en la carretera cuando me tocaba, con pasamontañas, ir a ver quienes
venían en las camionetas y bajar a quien quisiéramos para matarlo en el camino.
Era como un deporte pero no teníamos de otra porque si en el cuartel se
enteraban que no matábamos a un enemigo de la patria diario pensaban
inmediatamente que estábamos de parte de los guerrilleros, lo cual, a mi, por
lo menos, no me convenía. El negocio es bueno, Mario, porque ahora yo ni
siquiera voy a protestar y me han dado mi dinerito. Todo gracias a esta
credencial. ¿Qué te parece como salgo en la foto? Aunque no creás que todo fue
fácil porque cuando se asustaba el oficial al que le di las nalgas del cuartel,
me tenía que esconder para que los que me llevaban ganas y decían me
aprovechaba de la situación no me pusieran a hacer cosas embarazosas. Pocas
veces no me pude zafar y en ese momento me enviaron a Zacualpa, una vez... a
poblados lejanos otras veces y a emboscar a Carpio, otra. Pero si mi papá lo hizo en Europa por qué no iba a
hacerlo yo aquí. De todos modos ya sabés lo que pienso de los indios. Pero dime, insistió, ¿qué te
parece como salgo en esa foto?
-No sé, le dije, estupefacto ante tanto cinismo.
Mejor dime tú qué decía tu mamá...
Según yo estaba desviando la conversación a otros
rumbos. De nuevo Cholopo volvió a darme los ojos. Pero no era él sino su madre.
-Qué bueno Rodolfo... qué bueno....
Yo era Rodolfo y él su madre. Así que decidí entrar
en el juego.
-¿Qué bueno qué cosa mami?, le dije.
-No saliste con esa risa de payaso que tanto asco me
da.
Sabiendo que allí podía llegar a averiguar algo
importante e intuyendo que Cholopo había perdido la noción del presente, del
pasado y del futuro decidí decir: -¿Por
qué me tratas tan mal mami? ¿Porque en tu entierro quise ser yo y me vestí de
rojo?
-No querías ir, imbecil. No querías ir y por eso te
dormiste en el autobús. Al llegar, maldeciste a mi familia por pedirte te
cambiaras y te pusieras de negro. No engañaste ni siquiera al esposo de tu
prima, el médico, que me atendió y te reclamaba tu comportamiento de mal hijo
para conmigo en mis últimos días. Pero
todo eso te lo perdoné menos una cosa...
-¿Qué cosa mami?
-Que dices que vas a rezar a mi tumba y no es a eso a
lo que vas pese a que enciendes velas y llevas rosario.
-¿Y qué se supone que voy a hacer mami?
-No seas cínico Rodolfo porque te voy a dar una
bofetada, dijo doña Julia mientras yo la esquivaba. Vas a mi tumba a coger
encima de mí. Estaba yo recién muerta cuando empezaste a hacer esa porquería
sobre mi cadáver.
Quedé más que estúpido. No podía creer aquello que
estaba oyendo. Cuando indagué con sutileza a Cholopo, fue cuando le pedí ir al
Cementerio en Jueves Santo para ver el rito de las velas. Corrobó aquella
información que me dio convertido en su madre y de cuyos trances no recuerda,
dice, aunque creo que si tiene idea ocurren.
Tal y como se lo comenté a nuestros amigos, sobretodo
a Raúl que es como mi hermano, lo primero que pensé es que yo que respeto tanto
a mis ancestros y los venero por ser la fuente de lo que soy, no haría eso...
No cabe duda que Cholopo tenía razón: Somos diferentes aunque para el efecto no
es necesario que sus nahuales estén en el brazo de la cruz y los míos en la
línea vertical. La lógica y la docencia no tienen nada que ver con eso, creo.
Y de nuevo esa visión
espantosa, con sabor a futuro incierto. En un momento me abstraje de la
realidad como si hubiera ingerido cocaína o cualesquiera de las drogas con las
que se cruza Cholopo. Un mendigo, al que todos creen borracho deambulando por
las calles, pidiendo limosna. Apestoso. Al que todos los niños mofan. Del que toda
mujer huye. Del que todo hombre cuchichea. Y al que todos llaman mosh achí
(literalmente loco, hombre = hombre loco) en claro y perfecto quiché. A
quien el suelo sostiene con su mano para
que no se vaya lejos, no se escape y cumpla su destino y cumpla maldiciones
ancestrales, de deudas pendientes de un pasado que él mismo ignora. La tumba de doña Julia y todo el cementerio
de Chichicastenango parecieron temblar y decir también a gritos MOSH ACHI.
-¿Por qué no respetas la tumba de tu madre?, le dije
casi llorando.
-Porque era una india hija de la gran puta como
todos. ¿Sabes qué es lo peor que hizo? ¡Parirme!
-Tú no amas la vida. Por eso no te quieres. ¡Qué
triste!
Fue una de las tres veces que estando ante Cholopo
sentí desfallecer ante lo que me decía.
-Pero no siempre es placentero, me aclaró, porque, a
veces, cuando no llega nadie a coger conmigo me meto las candelas que enciendo
y se me quema el fondío y me duele... me duele mucho el culo. Cada pecado trae
su propia penitencia
Cada cagada su propia hedentina
Cada cagada su propia hedentina
Cada placer
su propio dolor
Cada amor su propio odio
Cada vida su propia muerte
Cada madre su propio hijo
Cada hijo, su propia madre. Lo digo por la mía. Aunque también pudiera decirlo por mi papá. Por algo se encontraron. Por algo se amaron. Por algo me engendraron.
Cada amor su propio odio
Cada vida su propia muerte
Cada madre su propio hijo
Cada hijo, su propia madre. Lo digo por la mía. Aunque también pudiera decirlo por mi papá. Por algo se encontraron. Por algo se amaron. Por algo me engendraron.
Después de
mi asesinato, el botones amigo que trabajaba en el hotel de la Colonia San Benito de
San Salvador por poco se muere al recibir la visita de mi hermano. Creyó era yo
porque somos casi idénticos. Con la diferencia que él es más joven. Al
identificarse, se hicieron buenos amigos y compartieron hasta sus más íntimos
secretos heterosexuales.
-A mi tu
hermana me ponía nervioso en un principio porque pensaba quería algo conmigo.
Pero no. Era muy respetuosa y sabía guardar bien las distancias por mucha
confianza que uno le diera. Me enseñó que los gay no son lo que pensamos: Unos
pervertidos que sólo andan viendo como vuelven gay a los demás. Por eso su
muerte me afectó. Me quitó la homofobia de una vez por todas.
-Lo sé. Por
eso al primero que pensé en buscar fue a ti para que me ayudes a vengarla.
-Ya me
dieron permiso en el Hotel para ausentarme tres meses e irme contigo a
Tegucigalpa. He analizado bien tu plan y tienes razón: Al último que debes
acercarte es al político porque ya todos sabemos que fue la principal víctima y
amaba a la Travesti.
El plan de
mi hermano era muy simple: Hacer por cualquier forma que el Regidor de
Tegucigalpa confesara y para el efecto emplearía los mismos métodos de
grabación. Al enemigo, decía mi hermano experto en investigaciones policiacas
complicadas, hay que atacarlo siempre con sus mismas armas. La estrategia de
apoyo era igual de simple: Microfilmar conversaciones con los guardaespaldas
del político que me violaron aprovechando sus cargos de conciencia y con
periodistas cómplices que por dólares traicionarían al Regidor como
traicionaron al político.
Así que ni
bien el botones amigo y mi hermano estuvieron en Tegucigalpa, lo primero fue ir
a la prisión. Se hicieron presentes a la Penitenciaria Central
donde estaban recluidos los guardaespaldas violadores. Sólo uno de ellos quiso
hablar porque los demás habían encontrado en el Evangelio de Jesucristo el
bálsamo para sus culpas y errores.
-A mi ni
Jesús me ayudaría, dijo el guardaespaldas atormentado, porque fui yo quien le
aconsejó al jefe le diéramos una lección a la Travesti. La odiaba
por lo que era. Por enloquecer a los hombres. Por querer ser la mujer de mi
patrón. La verdad es que no eran malas mis intenciones y eso Dios lo sabe
perfectamente. Creí que la
Travestí era un ente salido del infierno para destruir a mi
patrón. Nunca imaginé que él no era un hombre como usted o como yo sino que era
hombre, ¡claro! pero con otra clase de gustos. Cuando yo le preguntaba, me
decía que había refinado sus placeres. Pero yo siempre pensé que era brujería o
algo así. Quise entenderlo leyendo libros de Medicina pero mi educación es mi
educación, mis principios morales son mis principios morales y mi religión es
mi religión. No sé de qué me sirven si estoy lleno de remordimientos por ser el
autor intelectual de esas cosas tan feas que le pasaron a la Travesti y de haberle
terminado de envenenar la cabeza a mi patrón y ella como que si nada dicen que
está en el cielo. Hay agrupaciones en Estados Unidos que piensan canonizarla
aunque dudo que el Papa lo consienta. ¿Y mi patrón? Metido en su mundo, en el
manicomio de Tegucigalpa. Yo aquí, en cambio, con la conciencia que me muerde,
como un perro rabioso que no me deja en paz. Y no crea que es por estar en la
cárcel. Donde quiera que estuviera en este momento sería lo mismo. Por eso sé
que al salir en libertad va a ser lo mismo. No sé si suicidándome arreglaría
las cosas. Ya le dije que mi educación es mi educación, mis principios morales
son mis principios morales y mi religión es mi religión. Ojalá de algo sirva lo
que le estoy diciendo. Que me sirva a mí...
-Usted
tiene que entender, dijo mi hermano, que a la Travesti no la mató
usted. Fue escogida para hundir a su patrón y usted sólo hizo lo que hizo. Por eso le ruego que detalle a detalle, me
relate qué fue lo que pasó cuando murió la Travesti.
-Pese a que
mi educación es mi educación, mis principios morales son mis principios morales
y mi religión es mi religión sentí rico cogérmela. Y es que como le decía no sé
de que me sirven mi educación que es mi educación, mis principios morales que
son mis principios morales y mi religión que es mi religión porque con mi mujer
hacemos siempre el sexo anal y es el que
más gozamos. Pero mi educación, principios y religión dicen que eso es sodomía.
He de confesarle que me gusta usar mi pene para sentirme dominador. Por eso no
podía permitir que el futuro presidente de la República en vez de
penetrador fuera penetrado. Creo que eso es Psicología Social o interés por la Patria.
Mi hermano,
poco a poco, fue consiguiendo el guardaespaldas ordenara el relato. Le hubiese
gustado obviar detalles como los anteriores y opiniones porque los mismos
harían aparecer, para quien no tuviera más información, al guardaespaldas como
el único culpable cuando en realidad el
único culpable de todo era el Regidor de Tegucigalpa. Pero si de algo sirvió la
experiencia con aquel guardaespaldas es que convenció a los otros para que
declaran ante el alivio que su camarada les dijo obtuvo después de relatar todo
a mi hermano.
Ninguno de
ellos supo que mi hermano era mi hermano sino cada quien creyó aportaba su
granito de arena para lo que fuera: Desde un estudio psicológico sobre
homosexualidad y travestismo hasta testimonios pseudoevangélicos de que este
mundo es una porquería y se había convertido en la sucursal moderna de Sodoma y
Gomorra. No cabe duda que a cada quien mi muerte le entró de distinta forma. Y
tal parece que la penetrada no fui yo sino que
mis violadores. Como si se hubiera invertido el proceso. Y es que si
bien ellos entraron a mi cuerpo destrozándolo, yo, al mismo tiempo, entré a su
alma haciendo más estragos que ellos en mí.
Mi hermano, al llegar a esa conclusión, logró un poco de sosiego. El
dolor de ella era del culo. El de ellos, del alma, decía constantemente a
nuestro amigo, el botones.
-Cada quien
es distinto pero el resultado es el mismo. Uno por sus remordimientos. Otro por
su homofobia. Otro por su fanatismo religioso. Otro por aquí y allá... Otro por
lo que fuera. Mi hermana, la
Travesti es una mártir. Enviaré todos estos testimonios a
cualquier país del mundo para quienes
quieran acuerpar el proceso de beatificación y posterior canonización. Ya es
hora que los gay tengan uno como ellos en los altares y dejen en paz de una vez
por todas a San Sebastián que llegó a los altares no precisamente por hueco y a
quien, desde la tierra comprometen los homosexuales de todas las
nacionalidades, en el cielo al lanzarle oraciones, peticiones y novenarios con
clandestinos y que se salen de sus atribuciones adjudicadas por el Derecho
Canónico a quien las iconografía representa retorcido, aunque sexy, penetrado
por muchas flechas a lo que sin duda sus fieles del tercer sexo adjudican
carácter fálico. CONTINUARA